Neurosis digital o autismo positivista

viernes, 13 de julio de 2007

Una noche más en el Pachamama (descubriendo la potencia de Alejandro Rubio)

Voy el jueves al Pachamama. Converso rn la barra con Funes y Raymond. Les propongo que hagan una noche de duelo textual: El quinteto de la muerte vs. El terceto de la suerte. Sonríen. Raymond dice que tienen que entrenar bastante. Llega Luciérnaga, conversamos. Empiezan las lecturas de poesía. Me levanté a las doce pero tengo sueño. Hasta que llega Alejandro Rubio y me despierta con un par de cachetazos. Al subir al escenario dice: bueno, se supone que siendo el último tengo que superar al resto, sonríe, y lo hace. Después, mientras voy al baño a descargar cerveza acumulada en la vejiga y a tomar merca imaginaria en forma de potentes versos Rubios, le digo al poeta: sólido. El dice: ¡¿sólido?!, me voy a la sala B, junto al baño, donde Materyn y sus amigos conversan. Después llega Prats, Gómez, Benson, Pueyrredón y Skiadaressis y tomamos un par de cervezas más. Debería haber comido más que medio choripan. Después por suerte me llevan al barrio en el Gómez-móvil y es una noche más, con el recuerdo de las machetazos de Rubio en el paladar, retumbando en el cerebelo.

Birmania
(Alejandro Rubio, fragmento)

Una línea blanca que divide.
Una sola línea que marca el límite
entre el cansancio y la vitalidad.
La cruzás. Y ella te cruza.
Te cruza la nariz y la cabeza.
Y te la divide en dos.
Y una línea más en cuatro.
Y otra más en ocho. Dieciséis.
Treinta y dos. Los pedazos se van cayendo.
Y vos duro
como si nada.
Consejo Publicitario Argentino.
Acción privada para el Bien Público.
Una línea entre las seis de la tarde de ayer
y el momento ideal que se acaricia en la masturbación
repetida de la mente que se bate en una coctelera
en días iguales en una casa con terraza.
Una línea entre Maradó
y el marsupial que como loco agita la camiseta
en el balcón, entre geranios y margaritas, restos
de una antología argentina del siglo veinte que no vendió
ni cien ejemplares. Una línea de espuma,
una línea de ceniza entre los que van a comprar CDs a Tower
y el adicto sin remedio a los programas de bailanta con mensaje humanista.
Manoteaste el atado vacío y bajaste a pedirle uno a tu hermano odontólogo.
Tu hermano te dice que no tiene, que está ahorrando para comprar el torno.
En el pasillo te cruzás con tu padre, que ante el fracaso de la patria socialista
dejó que sus hijos elaboraran sus propias estrategias
de salvación personal en el mundo globalizado: uno
se fue a dar clases de tango a Parí, otro abandonó una etapa adolescente
de alcohol y rock pesado para sumirse en la fantasía del profesional con ingresos superiores
a los cuatro mil dólares mensuales, otra se casó y se la pasa haciendo cursos, otro
vaciló entre el budismo y el lumpenaje autoconciente para estancarse en una dolce vita
acechada por las moscas, pesada como melaza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno el poema de Rubio, y mu pocos comments, parece que sos una nueva víctima de la solidaridad mecánica

Anónimo dijo...

estás perdido

L. dijo...

buena reseña! el ¨sólido¨ ya es pract. una alusión a vos mismo J.
respecto a tus alabanzas hacia Rubio, coincido con algunas cosas, otras no me convencen tanto (desde mi total ignorancia, por supuesto, soy una espectadora).

En fin, mejor lo dejo acá y te mando por mail mis opiniones Rubienses.

slds,
L.

Revista Pipí Cucú dijo...

doy fe de que linne se tomo unas birras, doy fe tambien de que estuvo muy bien lo de rubio
doy fe de que la pasamos bien y de que yo termine roto