Neurosis digital o autismo positivista

miércoles, 29 de abril de 2009

Kayá, el Cucu, el General y McOndo


Mi amigo Kayá debutó en la superficie blog.
No en cualquier lado. 
Lo hizo en el colectivo Helbi con un texto potente.

En otro orden de cosas, another amigo me pasó el interesante prólogo de Fuguet a su antología McOndo.

lunes, 27 de abril de 2009

Pabst y el capitalismo

Termino de leer la novela de Pola Oloixarac (Entropía, 2008). Empiezo a escribir una reseña. Llega la medianoche y pienso que me merezco una película. Entre lo que tengo hay cine bobo y embobador del Imperio y cinearte. Entre esas últimas, una de Pabst (link mental a uno de los protagonistas de Las teorías salvajes). En general -consecuencia de mi pasada cinefilia un tanto maníaca- tengo una idea al menos intuitiva de los directores, pero de Georg Wilhelm Pabst no sé nada, sólo sé que es alemán y de la época muda (error: es austríaco). Anyway, démosle una chance.



Joyless Street (Pabst, 1925) sorprende por su inesperada vigencia. Esta película muda y en blanco y negro filmada en la Viena de posguerra marca el debut en un protagónico de la bellísima y expresiva Greta Garbo. Si bien la mirada oscura e intensa de Garbo le aporta al drama, por otro lado su actuación demasiado grave y rozando la sobreactuación para el canon actual no es lo más destacable. Lo que impacta de esta película es que su poder cinético-físico-táctil y que parece filmada ayer: hay una crisis fuerte del capitalismo, algunos quedan afuera, otros resisten y mantienen la cohesión ética del núcleo familiar hasta que, cual charlottes chaplinescos, cansados de mirar el consumo desde las vidrieras, empiezan a desesperarse (y ahí es cuando aumenta el robo y la prostitución): en la época inflacionaria -hablo de los años veinte pero podría ser hoy- la clase media empieza a perder posiciones y la situación social se polariza. Se salvan los especuladores, los grandes productores, los grandes comerciantes, pero una gran parte de la clase media para abajo, empieza a caer progresivamente en la miseria (¿les suena?). El futuro, de ganar la derecha y hacerse hegemónica, está inscripto en Joyless Street. El contraste entre los rostros de la gente que hace cola al amanecer en la carnicería -y que cree en la llegada de la carne como otros creen en la llegada de la revolución- contrasta con las imágenes de lujuria y ostentación que los ricos despliegan en el cabaret y en los bares con sus risas y bailes. Lo que sorprende además de la expresividad de los rostros y la música clásica, la precisión del guión y cómo juegan los pocos elementos que hay en la puesta en escena, es que el antagonista de la clase media muy pauperizada es el capitalismo. Y uno que creía que el buen cine dramático-social con toques de humor duro empezaba con La comunidad (De la Iglesia, 2000) y Delicatessen (que no existiría sin este film, que tiene una indudable paternidad sobre el expresionismo sci-fi que Jeunet y Caro reinauguraron en 1991).



En Joyless... todo sabe a deja vu: el padre jubilado y deprimido de Greta que acepta cambiar su pensión por unas acciones de unas minas (una jugada más de especuladores financieros: ¿recuerdan las AFJP? ¿Y todas las aseguradoras, bancos y empresas que fundieron? Nadie sabe hasta dónde llegará esta crisis, sólo sabemos que son recurrentes, que siempre pagan los mismos y que su intensidad y duración es variable. Joyless Street también ayuda a entender en qué contexto germina la derecha, el nazismo: en medio de una crisis que genera hambre y humillación prolongada.

Las imágenes de Viena en los veintes inflacionarios -uno de los lugares más ricos del planeta en el imaginario colectivo- golpean con su crudeza hiper estilizada de modo artesanal. La moneda se volvió papel sin valor y el comercio sólo es en dólares. El capitalismo antagonista está aquí encarnado en algunos personajes muy similares a los de hoy: el acaparador del frigorífico, el carnicero indiferente y cómplice con su rothweiller de escolta, el especulador financiero, el usurero, el jefe acosador de la oficina, la crueldad y el egoísmo de las compañeras de trabajo (foto), la dueña del prostíbulo y además dueña del negocio de tapados y abrigos, que da créditos sin ningún requisito, entrampando a los incautos, igual que los bancos en la actualidad. Tal vez lo único cuestionable del meticuloso drama de Pabst es el galán que, de alguna manera, salva a Greta (el personaje de Garbo se llama Greta): un norteamericano que trabaja para la American Relief Comission. Sin embargo, al menos, Pabst nos muestra que los compañeros del americano no son tan nobles, ya que se divierten junto a los vieneses ricos en los bares y burdeles. Otra cosa interesante, el personaje principal masculino, tiene un tratamiento mucho más femenino que todos los main characters masculinos que Hollywood y el cine europeo contaminado por los íconos norteamericanos ha producido y sigue produciendo en la actualidad. El protagonista y la película, de hecho, recuerdan a Buster Keaton, otro que, a su manera, también desplegó sus narraciones de modo magistral entre el expresionismo duro y la comedia noir.

jueves, 23 de abril de 2009

Una charla escuchada en un baño de Púan



por el lic. Viperino Pérez

Tomando la idea de la sección El Señalador, del blog del compañero Tomas, tiraré algunos links.

Este texto -estimulante para empezar el finde si sos un chico con problemas de socialización (ah, volví a terapia)- tiene al menos un buen arranque.

Entrevista a Pola en medio boliviano + blog Pola

Libre, encantador, un blog posmoderno que da envidia (entre la deep seduction y el glam de Just Lola y la prosa contundente-intelectual del Volquete). El libro me está costando un poco más digerirlo, pero avanzo, avanzo, no soy el muy simpático Cicco, que a veces no es tan simpático con algunos autores reseñados (lo que lo vuelve más simpático, pese a mis simpatías por Pola). Me quedé pensando: ¿escribo en inglés porque soy un pelotudo o porque quiero ser como Lola o para poder dejar contenta a mi profesora de inglés? Pola, Lola. Lola, Pola, ¿lo pensaron? Sí, pero una generación después.

Porque ya lo saben, el hombre es un animal -o más bien un bichito mugroso y nocturno, en mi caso- visual. Quizás la mujer también es un animal visual, pero está más concentrada en la ropa.

Con tanto barullo en la blogósfera porteña about the Pola's book (estuve en el norte, me enteré ahora), fui a conocer Púan Station.
Me tomé varios cafés y me dio ganas de hacer pichín. En el baño, encontré a dos titulares muy afamados (soy un chico discreto, no daré nombres) discutiendo al respecto:

- El punto es: ok, las dos son académicas, las dos tienen ese humor sutil y son hiper-cultas, pero una escribe mucho mejor: oraciones cortas, ideas limpias.

- Pero, Beatriz...

- Sí, sí, ya sé, todo lo que quieras, las dos son lindas, ¡pero no me vas a decir que Pola no es mucho más fotogénica que Sarlo!

- No, pusilánime, lo que pasa es que a Beatriz nunca le importó el maquillaje ni el photoshop. Además, sacando lo que Beatriz gana con la Viva, Pola debe gastarse en maquillaje y ropa por temporada más o menos lo que son las ganancias trimestrales de Sarlo.

- Bueno, che, no seas tan duro. Son referentes y generaciones distintas: Susan Sontag y Norma Arrostito contra Carrie Bradshaw y Judith Butler.

- Tenés razón, David.

- No, vos la tenés, Martín.

Los Viejos se fueron abrazados y yo también (a mí mismo). Había olor a porro y demasiado concentrado en mis quehaceres íntimos no me percaté de la fuente. ¿Los que fumaban eran los profesores o dos pibes que se habían metido juntos a un box con inodoro? Otro misterio para Sherlock Holmes.

En la puerta me compré un pancho (el pan saborizado me cae mal) y miré el edificio mientras prendía un pucho. Puán está bien, huele más a setentas que Sociales y eso en parte me gusta y en parte no.

Al final me colgué con lo de los links señaladores pero bueno. Al menos les conté una fábulo blogera (como dijo algún amigo: el insomnio te hace mal, Viper).

De regreso a casa, ya extrañando Puán Station (por hacer este chiste bobo empiezo a extrañar Lost), en el bondi volví a concentrarme en el intertextual y casi-adictivo libro de Pola (justo estaba con la parte de los bloggers: me sentía como la ama de casa que de pronto ve retratada su vida en el entrópico mundo de la pantalla grande).

miércoles, 22 de abril de 2009

Acerca de La Marca del milagro, de Terrasa



por Matías Gómez

Mascullado la noche del 15-4-9 en el C.C.Zas, en el ciclo Los Mudos, organizado por Funes. El autor de este texto recomienda la moderación en la ingesta de bebidas alcohólicas antes de una lectura pública.

UNO:

Hace más de un año que no sé nada de Damián Terrasa. Ese más o menos es el tiempo que pasó desde que me comprometí a hacerle una devolución de La marca del milagro. Poco antes, a fines del 2007, Damián había vuelto a Buenos Aires para presentar su novela editada por Tamarisco y durante aquella noche que terminó en la casa de otro gran escritor y no menos destacable anfitrión, Julián Urman, habíamos estado de acuerdo varias veces en cierta afinidad literaria y en un derivado bastante habitual de esa clase de afinidad, un afecto sólido y mutuo a pesar de que no nos habíamos visto más que unas pocas veces. La cosa es que él, que era el verdadero agasajado, me dijo a mí que le gustaba lo que yo escribía y que le mandara por mail algo que yo hubiera escrito porque tenía ganas de leerme. Se lo mandé, él ya estaba de vuelta en Madrid, me respondió con una crítica muy generosa y entonces yo me comprometí a que apenas terminara de leer La marca... le hacía llegar mis comentarios. Leí la novela pero los comentarios, bueno, no creo que todavía los esté esperando. Pero como en mi caso la pereza es alta y forzuda pero la culpa es todavía más grosa, no me olvidé. Y hace unas semanas se me ocurrió que podría escribir algo sobre La marca del milagro y se lo comenté a Hernán Vanoli, pero lo dije como al pasar, y no me esperaba ni un poco que Funes organizara un evento como este y que Hernán le comentara a Félix lo que yo había dicho, así que si Funes no armaba esto y Félix no me hubiese llamado el jueves creo que podría haber pasado sin mover un pelo otro año entero. Así que, en primer lugar, comprometo a Félix a llamarme cada quince días y decirme “necesitamos ese texto, URGENTE”, a ver si de una vez me pongo las pilas con la puta literatura, con perdón de los escritores presentes. Y con respecto a La marca del milagro, mi idea es desarrollar un poco al tuntún esa afinidad estética de la que hablaba antes y explicar por qué me parece una novela que hay que leer. Saldar, de paso, mi vieja deuda con Damián. Y si es posible convencer a la gente para que lea la novela.
DOS:

La marca del milagro (Tamarisco, 2007) es una novela coral, un coro extravagante y desquiciado donde cada miembro canta lo que puede y como puede y donde sin embargo todos juntos logran articular una misma armonía salvadora. Porque la salvación es el tema de esta novela: salvación a través de negocios turbios, batacazos políticos, epopeyas futboleras, seudo-revelaciones místicas, salvarse como sea de una realidad dura y miserable y mientras tanto delirar o directamente enloquecer, en todo caso envolverse siempre en las fantasías más desopilantes, colorinches, ensordecedoras.

TRES:

Otro delirio, ahora mío, que me pongo en sociólogo y digo: una novela sobre la convertibilidad. El sueño colectivo más masivo y popular del fin del siglo veinte en la Argentina, más masivo y popular, sin dudas, que la revolución socialista en los 70. Porque aunque la fecha de edición diga 2007, La marca del milagro transcurre y fue escrita durante la segunda mitad de la década de los noventa. Terrasa se hunde hasta el cogote en la década del noventa y la novela termina justo antes de la crisis del dos mil uno, para ser exacto un segundo antes. Una novela sobre la salvación pero también sobre el chantaje, el oportunismo, el crimen. Teniendo en cuenta que en la literatura de hoy está de moda la década del 70 (con algunos exponentes destacables y otros no tanto), proyectando, entonces para el 2028 o 29 La marca del milagro va a ser de lectura obligatoria para el que quiera desentrañar ese misterio oscuro pero lleno de música y alegría que fue la década menemista.

CUATRO:

En La marca del milagro el lector va a encontrar a una psicótica que ve un marido en cada hombre que se cruza, a un travesti DT de Nueva Chicago y a otro travesti candidato a presidente de la república, a un bailantero niño santo supuestamente muerto en la ruta y a la madre del santo, la que fraguó la muerte de su hijo y ahora se hace rica con el merchandising de Nicolasito Armonía Salvadora. A un camionero brasilero devenido en revelación del Nacional B y a otro camionero, también brasilero, amante de la mencionada madre del santo y flamante empresario del fraude. A Augusto, ex Nicolasito, pendejo metalero rehén de su madre y su padrastro y el verdadero creador de la cumbia milagrosa. A un fanático de Nueva Chicago y a su novia, fanática de Instituto de Córdoba, justo cuando esos equipos se juegan el ida y vuelta por el ascenso a primera. A un psiquiatra que se aprovecha carnalmente de sus pacientes, a un chamán evasor del IVA pero con excelentes promociones y a un barrabrava veterano de mil batallas llamado Tripa Gorda. Entre otros.

Damian Terrasa agarra estereotipos y los tritura y después vuelve a armarlos para, de la misma forma que el osezno padrastro de Nicolasito con la pelusa de su ombligo, convertirlos en piezas del más absurdo y refinado arte. Lo más cercano a La conjura de los necios que se escribió en la Argentina, aunque en este caso Ignatius Reilly, desatado pero equitativo en su mirada puntillosa y afilada, sea el propio Damián Terrasa.

Y eso es todo... pero una última cosa:

Dos pacoquis homenajeados por otros dos pacoquis. Ahora mismo puedo ver pacoquis y ex pacoquis desperdigados por toda la tribuna. El pacoquismo es el dengue, la enfermedad endémica de la nueva narrativa argentina. Le cabe a cualquiera. Repito: a cualquiera. Así nos va. Pero igual estoy seguro de una cosa: si allá en Madrid Damián se enterase de que existen los pacoquis, se cagaría de risa y no gastaría una moneda en ocultar la marca de esa infamia.

Ahora sí:

Lean La marca del milagro

Una novela extraordinaria y lo más divertido que van a leer en mucho tiempo.

Gracias.

martes, 21 de abril de 2009

Prividera



Publicado -en versión extendida- en Hacia el Bicentenario.

Prividera realizó un documental llamado M que pasó por el Bafici del 2008 con muy buenas críticas. Es sobre su madre, desaparecida por la dictadura. Quiero verlo pero no lo vi (otra vez el problema de la distribución). Por alguna razón que desconozco, elige publicar el mejor análisis de cine argentino (y de arte argentino) que leí en La lectora provisoria (tal vez porque, pese a su gorilismo galopante, Quintín estuvo a cargo de las mejores ediciones del Bafici, y, como alguna vez le dije con un amigo, tiene una postura mucho más progresista en cine que en literatura -donde a veces sorprende con ideas originales y por la frescura de sus críticas, pero casi siempre -al hablar de literatura- recae en esa mirada ultra-conservadora).



Volvamos a Prividera,
que acá habla de Favio.
Casualidad o no, el mejor texto publicado en La lectora provisoria, el mejor crítico (Prividera) y el mejor cineasta argentino (Favio) son peronistas (o, al menos, el texto y el crítico/cineasta, tienen afinidad con él). Tal vez el querido Q todavía no se dio cuenta.

lunes, 20 de abril de 2009

Il Manifesto III



Hoy: MARTES 21-4, desde las 20:30, SYMNS, PENSOTTI Y DACAL.
ULTRA, San Martín 678. Gratis.

Intelectuales y artistas ponen en escena sus manifiestos estéticos, políticos y existenciales.

Enrique Symns. Autodidacta, trabajó de periodista en revistas como Satiricón y el Cazador, y en 1983 fundó Cerdos y Peces, cuya meta era “sincerar la vida”. Es actor, performer y artista callejero, y además de esto fue el monologuista que abrió los primeros shows de Los Redondos, hasta que lo echaron.

Mariano Pensotti. Es dramaturgo y director teatral. Como autor y director realizó “Interiores”, “La Marea” y “Ojos Ajenos”, entre otras. Sus trabajos fueron presentados en teatros de Buenos Aires, Berlín y París, entre otras ciudades. Actualmente tiene en cartel la obra “Sucio”, que codirige con Ana Frenkel.

Pablo Dacal. Pertenece a la nueva generación de cantautores y habitualmente toca junto a la Orquesta de Salón. Durante la década del noventa, formó un par de grupos musicales y editó una corta tirada de su primer disco solista "Absolutamente moderno". En Rosario, formó parte del grupo de rock Coki & the Killer Burritos y Violeta plástica.

Coordinan: Erlan /Vanoli

domingo, 19 de abril de 2009

Bulto



La felicidad es ir con tu mujer un domingo al mediodía a un shopping de cosas para el hogar. La mirás de reojo mientras sacás el auto del garaje y ves una sombra, un bulto que te da ganas de atropellar. Te reprimís. Van a la megaferretería, se pelean con el cajero y con una histérica en el estacionamiento pero meta cumplida: nuevo estante, taladro y tornillos. Algunos tornillos llegan, otros se van, la jubilación es oxidación. Tu mujer empieza a tomar pastillas a escondidas. A veces la sorprendés a lo lejos, rompiendo una fracción de la tableta junto al lavarropas o el lavaplatos. Te da miedo preguntar por su terapia. Mejor no innovar. Y la verdad que el trabajo va bien, me ascendieron, a ella le dieron bonificaciones, no nos falta nada, somos felices. Sin embargo se miran sin saber qué decir. No es silencio romántico, es que el tiempo pasó y no dejó nada. Lo que el viento se llevó es una linda película pero en realidad hablaba de la bomba atómica. Tus padres tu engañaron, Papá Noel sí existe pero vive en un país asiático que está en guerra hace cuarenta años con Occidente. Es como en esas películas clase b que los zombies siguen igual, pero los órganos y el amor se los llevó alguien. La procesión va por dentro, querida. Hace unos años te hubieses arrancado la piel por mí. Ahora no, pero no importa, igual tenés cita el martes con el doctor porque ese lunar crece y crece, puja y puja por nacer y ser tumor. Cara o cruz, mi bichito de luz. Benigno o maligno, mi amor, ¿qué querés ser cuando seas grande?

sábado, 18 de abril de 2009

Sobre la crónica de Pron



En HelB (Hacia el Bicentenario), los compañeros Vanoli y Vecino hacen una sólida reseña sobre la pedefeada crónica de Pron en Etiqueta negra acerca de los jóvenes escritores argentinos en España.

viernes, 17 de abril de 2009

Acerca de Ravonne, de Urman



(Leído el 15-4-9 en el C.C. Zas, en el ciclo Los Mudos, organizado por Funes).

Los personajes de Ravonne son personajes oscuros e infelices –ambiciosos o no, todos mediocres, todos geniales-, desesperados que fuman sin parar y sobreviven a través de la fantasía. Sueñan todo el tiempo con estar en otro lugar porque habitan un mundo hiper-realista, porque debido a su lucidez pueden vislumbrar la matrix, por eso sólo son felices en sus cabezas, ¿entendés? Las doscientas páginas del mundo ravonniano se leen y releen de un tirón, las palabras se meten como espermatozoides en tu feminizada cabeza y quedan repicando en tus sueños, y entonces te da miedo porque soñás cosas fuertes, cosas de verdad, de esas que hay al otro lado del muro, y entonces rebotín rebotán este insomnio de quién será.

Ravonne, la primera novela de Urman, y a su vez la primera gran novela que bellamente editó Tamarisco (sello independiente –no indie, como otros- compuesto por los cuatro fantásticos: Largo Vanoli, la blonda Gorodischer, gacela de oro Bruzzone y la fatal Budassi) es un folletín posmoderno, un mazaso de sadismo con toques de porno soft políticamente incorrecto, humor, tabaco y personajes adictos que buscan alguna escapatoria en forma de venganza. Ravonne podría ser una gran película coreana (productores coreanos y Caetano, atenti).

Pero empecemos por el principio. Deambulo en bici por Parque Saavedra con una amigo. Es Pascuas y llama Bruzzone, mi amiga bosteza porque cuando cortó con la novia tuvo ataques de pánico –y algún intento de suicidio- y entonces ahora toma psicofármacos. Yo le dije: papá tiene una farmacia, puedo ayudarte. Me alejo de mi amigo somnoliento para hablar tranquilo (no todos los días llama a tu celular uno de los más resonantes escritores de la new generation: deberías haber seguido siendo su ayudante piletero; al menos así serías algo, Jotita: llegan los periodistas de Crítica y Página a entrevistarlo y él, siempre tan amable y querible, diría: él es Jota, y también es escritor; ¿ah, sí? ¿Y qué escribe? Tiene un blog. Ah, bueno, ¿seguimos con las preguntas, Félix?, y yo seguiría con mi querido barrefondo, pero bueno, lo importante es estar cerca. Por otro lado mejor, soy tan verborrágico que no le hubiese dejado idear a Felo varias de las tramas de sus relatos. En fin, entonces Felo me propone escribir sobre Ravonne y digo claro, soy fan de Urman, por algo a la presentación de Ravonne fui con una remera escrita con marcador indeleble que decía: “soy lechero de Urman”. Y atrás decía: “Urman presidente.” Pero hay que escribir sobre Ravonne, dice Felo. Ah, bueno, okay, dale, abrazo.

Pasan los días. No escribo nada. Dejo todo para último momento. Epitafio: Postergó, se masturbó, y siguió postergando. Es que en realidad yo quiero escribir sobre Urman y los super Tamarisco, ya que son todos grossos y amigos. Bueno, pero no escribas sobre vos, no tenés que ser siempre la estrellita.

Termino de releer Ravonne y me detengo en la página 111.

Luis presiona un poco más el acelerador. Recuerda de chico haber tenido muchas mascotas: Resno, Yaguer, Filpo, Rupi, Edmundo. Resno era un conejo de ocho patas violeta y blanco, siempre corriendo por todas partes, siempre haciendo lío pero como nadie nunca lo podía alcanzar, no pasaba nada; Yaguer era una marmota azul que producía un zumbido bajo y gordo, era una marmota gorda y mullida; Filpo era el único que podía volar, en ese sentido era como un insecto. Filpo y Resno eran los más aventureros. Filpo era azul como Yaguer, pero de un azul metalizado, y siempre se escapaba por las ventanas, nadie podía saber adonde iba ni si algún día iba a volver, por eso a veces lo tenía que encerrar en el placard, donde vivía Yaguer.

¿Pero de qué trata la novela?, me pregunta mi amigo suicida que llama por teléfono. Eh… es sobre Roberto Ravonne, un ex conductor de televisión que tenía un programa para chicos llamado Hacete la rabona con Ravonne, hasta que su ex mujer, la ahora famosa conductora de televisión Candelaria, le tendió una trampa y Ravonne cayó en el olvido. Ahora el pobre tiene una rotisería donde trabaja Pablito, un chico con síndrome de down que sufre o goza del abuso sexual de Ravonne. Pero Ravonne planea vengarse de Candelaria secuestrándola. Silencio. Mi amigo dice: Ah.

Mi libro-faro, mi libro-tamarisco respira como asmático con luciérnagas en el estómago. Lo miro. No soy un gran lector, pero le pregunto a mi amigo al otro lado del teléfono si quiere que le lea algún fragmento.

A veces Filpo se escapaba por días, Filpo era el menos confiable, y después estaba Rupi que dormía toda la semana hasta el domingo, y todos los domingos se despertaba a la hora de la siesta, cuando todos duermen, y era como un bichito de luz con forma de gato, era naranja y muy gracioso; Edmundo fue el primero y sabía muchas cosas, y siempre contaba historias, historias del mundo.


Tengo muchos amigos escritores pero Urman es el único del que soy fan. En mi cuarto, desnudo y borracho, sólo he leído a Urman, tratando de seducir a alguna mujer algo intelectual. Urman me genera esos fanatismos que me llevarían a hacer cola en Yenny con un bate de béisbol. Sería un groupie punk camuflado de fan de Harry Potter pero en vez de comprar esas novelitas de mierda, patearía esas cabezas idiotizadas que sueñan con sombreros de mago para llegar a mi reluciente y sangrante ejemplar urmaniano.

Porque Urman, además de ser un gran performer, músico, humorista, cocinero, bailarín, lector, barman, editor, DJ, anfitrión, invitado estrella de cualquier reunión y el novio de Cecchi, Urman es nuestro Macedonio, nuestro Felisberto y nuestro Quiroga; Urman es nuestro Charly Kaufman y Charly García; nuestro Coronel Kurtz y nuestro Conrad; nuestro William Burroughs y nuestro Walt Whitman; Vicious y McLaren; el osito de chocolate de los Simpsons y el peluche gigante de La historia sin fin; Urman es nuestro Lewis Carroll y nuestra Alicia.

Gómez, mi querido amigo vareliano, manda mails. Está desorientado, no sabe qué escribir sobre La marca del milagro, la gigantesca y fantástica novela de Terrasa, que también gracias a Dios editó Tamarisco. Trato de tranquilizarlo: no te enredes, igual somos todos amigos. Va a haber algunos borrachos y nosotros, y listo. Gómez estaba nervioso y yo me hacía el superado pero ahora el que tiene insomnio hace dos noches soy yo, no él. Gómez también es grande, entre otras cosas porque es un pequeño Urman.

Luis presiona un poco más el acelerador. Mentalmente aprieta a Yaguer, la marmota azul para los ratos tristes.

Esa frase mansa me revolotea como campanita. Algunas frases urmanianas son un picahielo para la materia encefálica. Pero esta no, esta me da tranquilidad, y entonces sonrío pensando en Yaguer, mi nueva ovejita stone y anti-insomnio, una marmota radioactiva que te sirve si estás down. Perfecto. Sé que vos me ayudarás a coger con las ovejitas aburridas, y por eso desde ahora y para siempre te quiero, le digo a Yaguer, y lo abrazo mentalmente, y por fin me duermo.

Quizás todos queremos ser o escribir como Urman, o todos somos sueños soñados por Urman, un bello Tamarisco rubio que resiste en la playa.

jueves, 16 de abril de 2009

Sagulo y Delgado X2



SAGULO:

Soñar con los angelitos

voy a amarte un tiempo más
me temo

igual por las noches
salgo a comprar cerveza
seduzco muchachitos
los traigo a casa y les hago
su jugo de naranja en la mañana

dormiría bien entre sus cuerpos
pero habría que acostarlos todos juntos
sentarse un rato en cada uno
hasta que el sueño venga para todos


Invitación

mirá bonito
en casa hay té chino,
lugar de sobra:
mi cama es tan grande...
podría albergar
una orgía de jugadores de sumo
y aún habría espacio
para toda tu tristeza

créeme
te haría bien quedarte
este p.h.
primer piso escalera
es todo luz por la mañana

(Carla Sagulo, El vino de la casa, Ed. Vox, Bahía Blanca, 2007).


DELGADO:

En la cocina

Voy al comedor
y veo a mi abuela
que agarra con la mano derecha
el encendedor azul
y prende la hornalla de la cocina,
luego me mira y molesta me dice;
¿Qué mirás boludo?

No le digo nada,
ella no debe enterarse que es poesía.


La pequeña verruga

En la cama desnudos
acariciás mi pierna izquierda,
cuando tu mano llega
a mi rodilla, la sacás enseguida
sorprendida del asco que te produce
mi verruga.
Me decís, con aire molesto
y quejoso; cuándo te vas a sacar
esa verruga horrible?
Entre risas tímidas,
en voz baja te digo en el oído;
no me la voy a sacar,
porque cuando me dejes
o alguna vez tengás un amante
tus manos recorrerán la pierna de otro
y al llegar a la rodilla
las yemas se erizarán por un vacío
al no sentir el asco que te produce
la pequeña verruga
de mi rodilla izquierda.

(Ariel Delgado, Colección Chapita, Buenos Aires, 2008).

viernes, 10 de abril de 2009

Agenda - Miércoles



Noche Tamarisco en Los mudos.

Noche groupies.

Gómez lee algo sobre La marca del milagro (Tamarisco), de Terrasa.

Yo leo algo sobre Ravonne (Tamarisco), de Urman.

Kogan es la cronista (sea lo que sea lo que eso signifique).

Funes, como siempre, el gran anfitrión.

domingo, 5 de abril de 2009

Mi termo con té



La alegría está en el proceso de la creación de la obra, no en el éxito, ni en la repercusión, ni en cómo uno es visto por otra gente, sino cómo el artista se ve a sí mismo.(Kitano)

A mis amigos que ayudan a vivir y a disfrutar del proceso de creación entre tanta tendencia a la putrefacción.

Vuelvo a fumar mucho. Cuando tomo alcohol. Socializo a la noche. Duermo en camas ajenas. Mis defensas bajan. Cocino para vos pero vos nunca llegás. Me enfermo. Todas las noches busco en camas ajenas tu olor. La gente habla en francés y no la entiendo. En las noches de insomnio deambulo por habitaciones ajenas palpando a los gatos. Cuando no duermo cerca de avenidas a veces escucho a los murciélagos escondidos. Sé que tratan de comunicarse conmigo, sólo tengo que descifrar el lenguaje. En las citas a ciegas tomo mucho café para después no quedarme dormido. Soy amable y respeto los códigos, pero tiendo a la desconexión, y es todo parte de lo mismo: sé que esta amnesia tiene algún agujero y que encontrando a los gatos te encuentro a vos. Temo que te hayas hecho una reconstrucción facial y una noche de bar after-office te conozca sin llegar a conocerte. Tengo una cicatriz de antes. A los nuevos gatos de las chicas desconocidas los torturo hasta que me arañan. Comparo cicatrices y trato de recordar. ¿Quién eras? ¿Cómo respirabas cuando tenías un sueño inquietante y cuál era tu estación preferida? ¿Qué expresión tenías durante el orgasmo? A veces tomo el tren y al rato imagino que la vida está en otra parte, lejos de los hombres-cámara y las mujeres alambres de púa. Un mundo paralelo donde convivo con la reconstrucción de mi imagen humana y no con la neurosis. Convivo algunos días por semana con alguien y el resto de los días estamos los dos mirando la misma luna, como en esa comedia dramática con Tom Hanks y los mails. La realidad no existe. Para nosotros el smog es niebla y el aceite mezcla es oliva. Meg Ryan es linda pero vos sos hermosa y Hanks tiene mucha plata y ganó la guerra pero no anda tan rápido en bici. Y claro que nos gusta Hollywood una o dos veces por mes o por semana -según el mes, y según la semana- y a veces somos cursis -según José, y según su porro- y no nos importa. En mi sueño no hay sadismo ni perspicacia ni actitudes denigrantes ni chicos que piensan en sus madres cuando van al baño. En mi mundo paralelo estás vos y usás muchos jeans gastados y las marcas no importan y la vida es bastante simple tal vez porque vos hacés que todo sea así y porque yo dejé todo y me vine acá, a buscarte, a darme tiempo para conocer cada centímetro de tu alma, sea lo que eso sea pero me sale eso y me obsesiona, sé que tu alma existe y está tatuada en la piel de los gatos. El alma está en tu cuerpo pero se va con la transpiración del orgasmo y los días de verano, entonces queda en el aire y ellos sin querer la respiran. Tantos años de dormir juntos con los gemelos que absorbieron tus peores pesadillas y deseos. Por eso son gordos y encantadores y hasta parecen humanos en otoño. Porque ellos son vos. Me enamoré de tu respiración y de la comida para gatos y de cómo ronronean ellos en tu espalda y ya nunca más pude irme. Cuando me venía con el bolso y la cédula llamó ella pero no atendí. Ella es de mi barrio y le encantan las carteras francesas y los demócratas republicanos. Mamá tiene el pelo rubio y una cruz en el pecho y papá tiene psicosis y plata. Tiré el celular a la basura y dejé en mi antigua mesa mi maquinita etiquetadora porque ya no la necesito. Una tarde le ponía flores a mi jardín virtual y entonces la máquina de etiquetar se quedó sin pilas y vi que era un objeto muerto. Lo dejé en la mesa del antiguo departamento que alquilaba y apagué la luz. Mientras bajaba las escaleras encontré muchas etiquetas en mis bolsillos y las tiré en el cordón. Las etiquetas al entrar en contacto con algo cambiaban de forma. Las pedías por correo según tu mood. Las mías eran hojas de afeitar con gusto a espinas venenosas de rosas radioactivas. Los creativos del norte se creen siempre ingeniosos. Pero la moda pasa, y los creativos también, así que supongo que ahora tendrán otras formas.

Nos conocimos en un grupo de yoga. Tu tatuaje y tu pollera no se veían mucho en mi barrio. Dejé de ir después de que nos diéramos el primer beso. A veces encendés sahumerios y te ponés en la posición de flor de loto y me invitás y yo tardo en caer y veo que hay dos copas de vino y que es una vez más nuestro aniversario. Siempre fui malo para recordar las cosas importantes. Cumpleaños de amigos, despertarse temprano porque la mañana es linda, enmarcar la foto de Eva, los ciclos de cine antiguo en los teatros del estado. A veces creés en las vidas pasadas y tenés una tele pero es vieja y chiquita y no funciona casi nunca. Hablás con la tele. Yo pico mucha cebolla. Lloro y me río. Ahora que volví a poder llorar soy re cebollero. En tu casa no hay monitor plano pero sí muchas plantas y dos gatos. Cooke y Camilo. Les decimos Q y K. A veces duermen con nosotros. O con vos y un desconocido. Los gatos no son míos pero asumí la paternidad. El almacén cerró hace unos inviernos y quedaron los gatos. Vos y tu corazón lleno de rayos y human rights. Quizás cuando mueran nuestros gatos vietnamitas tengamos hijos. Las cosas manuales de pronto me interesan y arreglo la tele. Hago dulces caseros. Imágenes en blanco y negro de un mundo posnuclear. Hay sol, patio, PHs, caminatas, bicicletas de paseo y pic nics cerca de un río que no huele del todo bien. Vos llevás tu equipo de mate y yo los sandwichs de palta y mi termo con té. Nuestra plaza favorita queda lejos y hay pocos colectivos, pero no nos importa esperar. Es cerca del barrio tailandés. Esas tardes jugamos. Vos no sos vos y yo no soy yo. Y cuando llueve pero no hace frío nos encontramos en una esquina nueva y nos besamos hasta quedar empapados. La ducha es chica y el calefón a veces se apaga. Pero las frazadas que tu abuela cosió antes de morir de metástasis nos calientan todas las noches. Cuando tengo insomnio y extraño el norte, me gusta quedarme con la radio bajita junto a las hornallas prendidas. Escucho el programa de cocina china y practico. Cocino arroz y verduras saltadas: mi vianda de mañana y la tuya. Soy como el suizo que fantasea con vivir en Colombia. El francés, en Bolivia. El japonés, en Brasil. Soy un chico triste del norte que fantasea con el sur. Consulto a una bruja en Lugano. Sé que estoy cerca. Casi puedo recordar el olor de tu transpiración. Visito foros y grupos de autoayuda. Chico sensible de Coghlan busca PH en Pompeya para compartir. Hago meditación y viajes inducidos. En este mundo -al otro lado del muro de Palermo- puedo llorar y tener un perro y trabajar todos los días y madrugar contento y salir a correr. Vivo más en las plazas y bares y menos en Internet. Somos fetichistas de ediciones viejas. Uno de los dos hace terapia, pero nunca los dos al mismo tiempo. Vuelvo de teatro cansado y te ayudo a cocinar. El trabajo es rutinario pero todo lo de afuera no. Los días tienen muchas horas y más cuando estoy con vos. Arreglaste la tele y ronroneás con tu gato Q y una película francesa pero a mí ya no me importa. Ninguno tiene personalidad adictiva y K perfecciona su felino ocho entre mis piernas. El mundo continúa. A veces miramos un noticiero durante algunos minutos. Las noticias refieren al norte, al mundo más allá de Palermo. Allá pasa todo lo importante. Pero ya no podría irme. Extrañaría demasiado los asados con mis vecinos del este, tus gatos, el olor de tu cuerpo en los días de menstruación, las queridas plantas, y el programa nocturno de las noches de insomnio que sólo se escucha cerca del barrio tailandés.

jueves, 2 de abril de 2009

Scanner



Diez años como fanático habitúe y de pronto paso la primer semana sin pisar el festival. Por fin voy al Abasto y veo tres películas. Tomo un café junto a Rejtman (él está en la mesa de al lado, pero habla en francés con una mujer, así que no entiendo nada). En la otra mesa está Andrés Di Tella, primer director del festival, hijo del sociólogo Torcuato, sobrino del ex canciller Guido, nieto del dueño de la mítica empresa Siam-Di Tella. Al rato pasa Szperling, su mujer. No sabía que Rejtman estrenaba película acá. Copacabana el año pasado y Entrenamiento básico para actores este año. Habrá que tratar de conseguirlas en algún lado. Primero veo cortos de Eustache: un reportaje a Jean Renoir (Andersen es un autor para grandes, no para chicos, dice, y de los mejores de la historia), algunos críticos discutiendo películas de Murnau y fumando todo el tiempo, el proceso de selección laboral en una empresa (es gracioso el momento en el que llaman a una grafóloga-psicóloga, que analiza personalidades en cuanto a la caligrafía de cada aspirante). El mejor corto es una reunión de franceses en los setenta. Fuman, beben vino y escuchan a uno que analiza El jardín de las delicias, de Hieronymus Bosch. Es un tríptico que le encargó algún mecenas. El cielo y el purgatorio son aburridos. Bosch no estuvo muy inspirado. Pero el infierno está encantador. Después vi The Hostage, una interesante película que 'deconstruye el thriller sobre secuestro de aviones.' Humor, liviandad, historias cruzadas, inteligencia, y la curiosidad de ver un poco cómo se vive en Latvia. La directora, que presentó la película, fue muy simpática. Y por último vi Taking out, una muy buena peli, chiquita pero poderosa, sobre un delivery chino que trabaja en un restaurant de comida china en New York. El chino contrajo una deuda con unos prestamistas para devolverle la plata que su familia le prestó para el viaje. La película empieza así. Los matones vienen a buscarlo al cuartito donde vive. En una heladera rota tiene escondidos mil dólares para darles. Pero faltan ochocientos. Últimatum. En el día junta 650 dólares. Le faltan 150 y los tiene que conseguir con las propinas. No habla inglés y el máximo de propinas que hizo una noche fue 90. El amigo delivery le dice: toma mis pedidos. Y llueve torrencialmente. Y Big Ma, la encargada de tomar los pedidos en el restaurant (único actor no profesional en un leading rol), es un personaje entrañable. Y el sábado Sono Sion, Love exposure, de cuatro horas.

Camino por Callao hacia status. En el bolsillo de la campera llevo dos fotos dentro de Flores robadas en los jardines de Quilmes, del turco Asís. Al mediodía almorcé con mi padre. Me regaló una foto de Perón con Mercante y otra de Perón y mi abuelo. Por Callao casi no se puede caminar. Mucha clase media abarrota la avenida, gorilas que se despiden del primer presidente de la posdictadura. Unos buenos años iniciales, algún discurso enfervorizado, una vida de militancia, muchos errores y dudas. El que duda tiene que morir. Tus muertos lloralos vos. Otra generación, otro espectro ideológico. En la foto mi abuelo y Perón se estrechan las manos. Sonríen. Parece haber algo en la mirada del General, cierto conocimiento de la persona que saluda. Pero quién sabe. En la parte de atrás dice Freie Press, diario de la mañana. Ahí trabajaba mi abuelo. Lástima que no tengo scanner. Es una buena foto para acompañar el post, o para empezar a escribir una novela.