"- Myrt-gimió Mamá Truitt-. Por el amor de Dios, ¿qué dijo Mabel?
- No me extraña nada -contestó la señora Clare-. No hay más que ver cómo pasó la vida Clutter, siempre obsesionado con la prisa, precipitándose a buscar su correo sin tener nunca un segundo para decir "buenos días", "gracias", corriendo de acá para allá como un gallo sin cabeza, haciéndose socio de clubes, mangoneándolo todo, acaparando puestos que quizás otros querían. Y fíjate ahora... Todo se le acabó. Bueno, ya no tendrá prisa por ir a ninguna parte.
- ¿Por qué, Myrt? ¿Por qué?
- Porque está muerto. Y Bonnie también. Y Nancy. Y el chico. Los mataron a tiros.
- Myrt..., no digas esas cosas. ¿Quién los mató? -suplicó Mamá Truitt.
Sin dejar de timbrar las cartas, la señora Clare replicó:
- El tipo del avión. Aquel a quien Herb le hizo juicio porque cayó sobre sus frutales. Si no fue él, tal vez fuiste vos. O cualquier vecino. Los vecinos son todos serpientes de cascabel, malas víboras que están esperando poder darte con la puerta en las narices. Es lo mismo en todo el mundo. Ya lo sabes.
- No -dijo Mamá Truitt tapándose las orejas con las manos-. Nunca supe de una cosa así.
- Malas víboras.
- Tengo mucho miedo, Myrtt.
- ¿De qué? Cuando te llega la hora, te llega. Y no te van a salvar las lágrimas -se dio cuenta de que su madre empezaba a verter algunas-. Cuando murió Homer gasté todo el miedo que llevaba dentro y todo el dolor también. Si anda alguien por ahí con ganas de cortarme el cuello, le deseo mucha suerte. ¿Qué más da? En la eternidad todo es lo mismo. Porque recuerda esto: si un pájaro lleva la arena, grano a grano, de un lado a otro del océano, cuando la hubiera transportado toda, eso sólo sería el principio de la eternidad. De manera que suénate."
- No me extraña nada -contestó la señora Clare-. No hay más que ver cómo pasó la vida Clutter, siempre obsesionado con la prisa, precipitándose a buscar su correo sin tener nunca un segundo para decir "buenos días", "gracias", corriendo de acá para allá como un gallo sin cabeza, haciéndose socio de clubes, mangoneándolo todo, acaparando puestos que quizás otros querían. Y fíjate ahora... Todo se le acabó. Bueno, ya no tendrá prisa por ir a ninguna parte.
- ¿Por qué, Myrt? ¿Por qué?
- Porque está muerto. Y Bonnie también. Y Nancy. Y el chico. Los mataron a tiros.
- Myrt..., no digas esas cosas. ¿Quién los mató? -suplicó Mamá Truitt.
Sin dejar de timbrar las cartas, la señora Clare replicó:
- El tipo del avión. Aquel a quien Herb le hizo juicio porque cayó sobre sus frutales. Si no fue él, tal vez fuiste vos. O cualquier vecino. Los vecinos son todos serpientes de cascabel, malas víboras que están esperando poder darte con la puerta en las narices. Es lo mismo en todo el mundo. Ya lo sabes.
- No -dijo Mamá Truitt tapándose las orejas con las manos-. Nunca supe de una cosa así.
- Malas víboras.
- Tengo mucho miedo, Myrtt.
- ¿De qué? Cuando te llega la hora, te llega. Y no te van a salvar las lágrimas -se dio cuenta de que su madre empezaba a verter algunas-. Cuando murió Homer gasté todo el miedo que llevaba dentro y todo el dolor también. Si anda alguien por ahí con ganas de cortarme el cuello, le deseo mucha suerte. ¿Qué más da? En la eternidad todo es lo mismo. Porque recuerda esto: si un pájaro lleva la arena, grano a grano, de un lado a otro del océano, cuando la hubiera transportado toda, eso sólo sería el principio de la eternidad. De manera que suénate."
A sangre fría, Truman Capote, p- 69-70, 1991, Sudamericana.
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