-Chloé... ¿Viste Juan?
- Sí, claro.
- Me invitó al cine.
- ¡Muy bueno!-digo, sin sobresalto.
- Le dije que no, que por el momento no quería. Que necesitaba quince días para pensarlo.
- ¿Quince días? Daph, vos no podés pensar en nada por más de quince segundos, ¿para qué querés quince días?
- ¿Sos boba, Chloé? ¡Le mentí! Yo ya lo tengo todo pensado, ¡más bien que no voy a estar pensando quince días! Mi prima es una genia, tiene razón en general con lo que dice.
- ¿Qué te dice tu prima, Daph? -digo, burbujeando en la superficie de la conversación.
- La teoría del arrastre.
- Interesante ¿Y en qué consiste la teoría del arrastre, Daph? -probablemente esto ni siquiera lo digo, profundizando en el agua salada.
-No tomar ninguna decisión, nunca. Mi prima dice que no hay que decir ni que sí ni que no, y que hay que decir que necesitamos pensarlo, esto es lo más importante.
- Pero entonces así nunca pasa nada de nada.
- Puede ser, pero los vas... arrastrando.
- ¿Y eso es bueno?
- Mi prima lo llama el cumplimiento de la teoría del arrastre.
- Daph, creo que estamos en presencia de una nueva estupidez de tu prima -digo, y me sumerjo sin escuchar las dudas de Daph sobre esto último.
- ...irías que sí? - dice Daph cuando vuelvo para arriba. Creo que llegué tarde a la pregunta, cosa que no pienso reconocer, así que contesto con la información que tengo.
- Sí que iría.
Hidrografía doméstica, Gonzalo Castro, Entropía, 2004.
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