Anoche gran noche gran del Quinteto de la muerte. A Molina y Romero nos lo perdimos (nos demoramos mucho con el speed y el champú), pero me compré el libro de Molina subastada y, como intuía, los cuentos están muy bien (algo que se perdía un poco en las lecturas taciturnas del autor).
Levin sorprendió con solidez narrativa sobre Medellín, amor y muerte en la violenta Colombia; Funes el performance nos volvió a deleitar con toda su solidez actoral, gran maquillaje, mucho timming, y un texto simpático y sexual para ganarse a las masas (con una sátira política muy acorde a los tiempos que corren); y el Tigre Oyola nos hizo sentir un poco de la dureza del conurbano, también con mucha presencia sobre el escenario (a mí me dio miedo, creí que era el personaje que narraba y que después de la lectura se iba a robar una estación de servicio; por último, aparte de este 'flyer' (o volador, como dice Levin) un poco desactualizado pero que está bueno, adjunto una foto encontrada en los archivos ocultos del mundillo literario: se borroneó la letra del nombre del pibe, así que no estoy seguro de qué pubertad amiga se trata: si es Ari en su infancia después de algún verano en Pinamar, de Levin antes de ingresar al secundario Avellaneda, de Funes antes de la operación de piel, o de Gómez antes de probar su primer vinito.