lo bueno de viajar es la velocidad con la que generás y dejás atrás pequeñas socializaciones.
estoy en la puerta de mi habitación, en el Copacabana Hotel, Potosí.
la cerradura se traba, está forzada. Junto a mí, Sebastián confía en mi habilidad para reproducir los movimientos del conserje andino.
Aparece una rubia desde el fondo del pasillo y nos dice que si no podemos entrar a nuestro cuarto, vayamos a tomar clericó a su habitación. no todos los días aparecen esas invitaciones.
en el cuarto hay un pibe rubio con ropa nike y un pibe de pelo castaño y ojos culo de botella.
decís cosas que hacen reir a la rubia.
ella es de palermo y estudia fotografía; el de anteojos -el líder, el que hace el clericó: 'emborracha y alimenta', repite todo el tiempo- estudia historia y el rubio hotelería. los dos de bariloche y residen en buenos aires. mañana se van para sucre en la camioneta del de anteojos, después siguen para el amazonas, el rubio se despide de los otros dos -la pareja- y vuelve a buscarlos en dos semanas. dejan a la rubia en la frontera con argentina y suben para perú. vienen de chile. tratan de vender la camioneta chevrolet astro (importada de ee.uu.; no se conoce en argentina). tienen una posibilidad, sino van a probar en paraguay. al poco tiempo estás caminando por potosí, hacia el mercado, con los dos amigos que hablan todo el tiempo entre sí. la rubia se quedó dormida. es un trío en medio de una road movie y vos sólo tenés un pequeño papel, un bolo. sebastián se fue a dormir. vuelven al cuarto, tienen un ipod y su base con parlantes (el líder trabajó varias temporadas en ee.uu) pero no tienen batería. discuten sobre quién tiene la culpa y quién va a ir a la camioneta a buscar el cargador. comentan idioteces. se creen genios en movimiento. te vas. end of socialization.
en la sala de estar del hotel está el grupo de rosarinos super fumados. consiguieron marihuana. pasan unas tucumanas pero, como diría evo, no hay reciprocidad. la esperanza es cuzco, esto es el camino del inca. conversás un rato y te vas a dormir.
Acá en La Paz, ciudad imponente, una olla literalmente. a la noche ves todas las lucecitas de El alto (la parte alta de la olla) y es raro, son como estrellas de colores, o casas con luces, en donde debería estar el cielo.
bolivia es un país de autos japoneses y puertas bajas. al menos en occidente, el andino es lampiño, bajito y morocho. todo indica que sos gringo. un autodenominado amauta (filósofo andino), bastante verborrágico y parecido a evo, nos dice: son de argentina o uruguay. me viene bien estar acompañado porque desde que salí de casa mi sentido de la orientación es igual a cero. quizás debería haber ido a sucre. pero los viajes son bastante estresantes. a la vuelta, maybe.
Tengo cuarto solo (extrañaba la soledad) pero las chicas no aparecen, una amiga por mail dice que hay que diferir la libido hasta Cuzco. Estoy leyendo a un catalán simpático, Josep Plá, sus diarios, y escribiendo el mìo. Al menos para ser conciente de mis torpezas y mi falta de roce social.
Bolivia es un mundo pre-moderno y pre-inflación. Ayer almorcé por nueve bolivianos (4,50$): entrada de mortadela con ensalada + sopa de arroz (genial) + arroz con pollo y fritas + coca.
El regateo en general es difícil:
- ¿Cuánto jefe los halls?
- Dos.
- Uno cincuenta?
- Dos!
- Ok, dos, no se enoje.
En fin, estoy con un grupo de estudiantes de comunicación de la UBA (es difícil dejar la endogamia), son copados y me viene bien un poco de gente mayor (treintañeros) después de tanto muchacho/chica de 22.
me gustaría conocer a alguna italiana o algo así pero como dice Evo estamos avanzando.
1 comentario:
querido linne, yo te diría- aunque es claramente un punto de vista muy personal y parte de mi experiencia- que en bolivia no se coge. no sé bien por qué pero es así. tal vez la altura, muy apunado todo...de todas maneras, creo que fui hace 10 años, mucho no me acuerdo. cusco paga más.
lo que no te mata te bolivianiza es una gran frase.
saludos desde el df y me dio mucho gusto verte.
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