"El domingo a la tarde todavía tiene esa melancolía indeleble de que al otro día hay que ir al colegio, sobre todo una tarde como esta, de mucha cita y poco pensamiento propio. Planeás ordenar un poco y terminar una botella de vino que hay que terminar, y en eso, en el palier del edificio, te encontrás con la del sexto sentada en la silla que usa el portero cuando no tiene nada que hacer."
(Matías Capelli, p. 46, ed. Eterna Cadencia, 2008).
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