Neurosis digital o autismo positivista

miércoles, 18 de junio de 2008

Rufus reseñada por amigo Tamarisco



Rufus o el fin de la nostalgia
Por Vanoli

Noventismo punk

En Rufus, el parque Rivadavia funciona como metáfora de lo público durante los noventas. Algo de rapiña, mucho de contrabando y de búsqueda del yeite. La ciudad, sus antros y sus salas de ensayo, es una telaraña de trincheras construidas desde la cultura del rock. El parque es el corazón sucio y bombeante de esta trama. El rock y la cultura de segunda mano como las últimas fábricas de sociabilidad. Si los noventas en tanto bloque hacen sistema con el sentido común donde la condena moral todavía campea en el periodismo y en la universidad, Terranova escapa de lo pacato de esa lectura:

"Con la convertibilidad, empezaron a venir muchísimas bandas extranjeras a la Argentina y con el Mono íbamos a todos lados. Era mucho más fácil grabar en ese momento y se iba haciendo todavía más fácil y el resultado era mucho mejor"


La sensación de ser el centro de la periferia. Los beneficios, la tecnología. Instantáneas de una Buenos Aires en proceso de mutación. Los Rolling Stones en la Argentina y el reviente geselino: hay también, una anatomía de la clase media. Y mucho ritmo. El resultado es que la frivolidad como prejuicio que contribuye a la clasura del debate queda desarmada. Las dentelladas del punk en un movimiento de oposición y de acople con el reviente en el poder. Menemismo y punk. Mellizos birmanos.


Autofagia y mito

Rufus opera una sustracción del punk con respecto al mito. El realismo trash del punk, los excesos y la epopeya lumpen del reviente antisistema, son puestos entre paréntesis. Un ruido de fondo, no por eso menos potente. Pero los personajes no son reventados. Porque no se trata de rescatar una epopeya individual, ni de narrar la imposibilidad de la conformación de una banda en tanto comunidad.
El romanticismo, fagocitado por el ritmo y el sonido industrial del punk, queda afuera. Si el punk nace como operación de marketing y asume su fracaso desde el principio, si se come a sí mismo desde su nacimiento, es porque condensa un fermento cultural que lo trasciende.

El punk, más que como estilo o como sistema de referencias (esa es la lectura del crítico de rock, la erudición que aparece en la novela de modo irónico, casi googleable, y alimenta de modo incómodo a la narración), aparece como impulso. Es la ansiedad. El deseo de disparar misiles desde detrás de la pantalla. No es sutil. No pasa por la innovación. El punk funciona como ataque a la estética modernista de la obra como totalidad capaz de instaurar una temporalidad que en última instancia siempre va a estar impuesta por los medios. Un ataque contra la autonomía. Borges no es punk. En todo caso, el mito del punk opera si se hace cuerpo antes que discurso. El punk, un mito sin discurso. Puro ritual. Cuatro tipos que se juntan a tocar. Un recital. Las escupidas, nutrirse de las pequeñas bandas. El sonido de Rufus tiene algo de eso. Un ataque blitzkrieg a ciertas convenciones del campo cultural. Música de escupidas sobre el escenario.


El blitzkrieg de los segunda línea

Hay una línea que va desde Los detectives salvajes de Bolaño hasta Mi nombre es Rufus. Lo que en Bolaño era la pregunta por el fracaso político y estético de una generación, en Terranova es la pregunta por el qué hacer con esa herencia insoportable. Qué se puede rescatar: el impulso punk, y poco más. Si se acepta que la novela de Bolaño era una reescritura de Rayuela después de la derrota, Rufus es la reescritura de Los Detectives después de la web. El exilio en la web: lo que le pasa a la escritura. Y un nuevo tipo de lector. Por eso en Rufus hay más vértigo que nostalgia. No hay resignación. Lo que queda de la imagen romántica del marginal es el Javi, ese personaje. Tal vez un guiño. De Oliveira a Ulises Lima, de Lima al Javi. En lugar de esa ausencia de narrador que en última instancia refuerza la voz del escritor en Los Detectives, en Rufus los segunda línea llegan al poder porque el poder está resquebrajado:


"La historia del rock la hicieron los mártires, pero la música, que es la base del lanzamiento, el motor de combustible sólido, le debe todo a los Charlie Watts. La segunda línea del rock es la que vale, al final. La segunda línea siempre está ahí, lista para salir a tocar. Y también le debe al pelotón de soldados desconocidos que se merece un monumento de sonido en las FM de trasnoche".

Antes que una épica de la derrota, como en Los Detectives, la apuesta de Rufus es mirar a los ojos a la contemporaneidad. El narrador de Rufus, disfrazado de idiota, nos dice: narrar para fracasar, como en el punk. Pero sin abusar de la nostalgia ni del decadentismo obturador. Saliendo al escenario. La copia, la traducción a medida, el pirateo como herramientas de intensificación. En ese sentido, los títulos de las canciones de Birmania son casi un manifiesto. Títulos de novelas que deberían ser escritas. Y toda una propuesta sobre el rol social del escritor. Javi dice: "El problema no es que está todo dicho, al contrario. El problema es que no estamos diciendo lo que está pasando".

4 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
lenguaviperina dijo...

el anónimo es el cacerolero de la web.

lowfirocker dijo...

Genial
Merece estar entre las frases de Funes

lexi dijo...

me encantó Rufus!!!!! pura poética del arte!