Neurosis digital o autismo positivista

lunes, 29 de junio de 2009

El Imperio Contraataca



Los Tres Mosqueteros Malditos se convirtieron, al menos por unos días, en Los tres jinetes del Apocalipsis.


De pronto todas las personas con las que converso están deprimidas. No sé, el mundo no cambia por algunos miles de votos. La vida continúa, y, como decía Carlín, es una lucha. vez por haber estado ayer en un colegio en Soldati, intercambiando mensajitos de texto con mi padre que estaba de fiscal de Solanas en Balvanera, el revés no me parece tan apocalíptico.

Son las ocho de la noche y la hija de la fiscal del FPV me acompaña hasta la puerta del colegio para indicarme donde tomar el 115 (para después tomarme el 76 en una zona más segura). La fiscal de la UCR, a la que hace un rato la presidenta de mesa le preguntaba si podía agacharse ya que casi tiene edad de empezar a usar bastón, le comenta a mi acompañante: vos no sos ninguna tonta, te llevás un caramelito...

Sonrío. El elogio, aunque provenga de una señora que podría ser mi abuela -o quizás por eso- me resulta muy estimulante. Las mujeres en Soldati mantienen su femineidad, pero son como más masculinas, tal vez por el contexto. Es decir, son más ásperas, más duras. Al menos me dio esa impresión. Me encanta el sur, los barrios periféricos. La imagen gigante del Gauchito Gil que indica la entrada al complejo de apartamentos frente a los colegios idénticos donde me tocó trabajar. La solidaridad de la gente. Charlar con un tipo del Ejército que estuvo trabajando en Croacia y en la Antártida. La permanente y el humor de la Presidenta de mesa, que hace chistes sobre su marido (¿cuánto me dan por él? ¿diez, cien pesos?). Los gordos con cara de buenos y aspecto de gangstas que van a votar con sus padres. La señora que prepara chorizos en una parrilla con una oficio de la puta madre. La amabilidad de los extraños, la agilidad con que cuatro mujeres de un promedio de setenta años cuentan los 272 votos, llenan las actas y entregan la urna en tiempo record, dos horas después del fin de la votación, primeros que nadie en el colegio. La vida es una sola y hay que vivir, recuerdo que dijo, en algún momento en que no había votantes, la presidenta de mesa.

1 comentario:

Cherry dijo...

Soldati! mi primer amor a los 19 vivía en un monoblock de ahí,desde el cuarto en planta baja veíamos un terreno lleno de pasto y sol...paradise lost!