Neurosis digital o autismo positivista
miércoles, 22 de abril de 2009
Acerca de La Marca del milagro, de Terrasa
por Matías Gómez
Mascullado la noche del 15-4-9 en el C.C.Zas, en el ciclo Los Mudos, organizado por Funes. El autor de este texto recomienda la moderación en la ingesta de bebidas alcohólicas antes de una lectura pública.
UNO:
Hace más de un año que no sé nada de Damián Terrasa. Ese más o menos es el tiempo que pasó desde que me comprometí a hacerle una devolución de La marca del milagro. Poco antes, a fines del 2007, Damián había vuelto a Buenos Aires para presentar su novela editada por Tamarisco y durante aquella noche que terminó en la casa de otro gran escritor y no menos destacable anfitrión, Julián Urman, habíamos estado de acuerdo varias veces en cierta afinidad literaria y en un derivado bastante habitual de esa clase de afinidad, un afecto sólido y mutuo a pesar de que no nos habíamos visto más que unas pocas veces. La cosa es que él, que era el verdadero agasajado, me dijo a mí que le gustaba lo que yo escribía y que le mandara por mail algo que yo hubiera escrito porque tenía ganas de leerme. Se lo mandé, él ya estaba de vuelta en Madrid, me respondió con una crítica muy generosa y entonces yo me comprometí a que apenas terminara de leer La marca... le hacía llegar mis comentarios. Leí la novela pero los comentarios, bueno, no creo que todavía los esté esperando. Pero como en mi caso la pereza es alta y forzuda pero la culpa es todavía más grosa, no me olvidé. Y hace unas semanas se me ocurrió que podría escribir algo sobre La marca del milagro y se lo comenté a Hernán Vanoli, pero lo dije como al pasar, y no me esperaba ni un poco que Funes organizara un evento como este y que Hernán le comentara a Félix lo que yo había dicho, así que si Funes no armaba esto y Félix no me hubiese llamado el jueves creo que podría haber pasado sin mover un pelo otro año entero. Así que, en primer lugar, comprometo a Félix a llamarme cada quince días y decirme “necesitamos ese texto, URGENTE”, a ver si de una vez me pongo las pilas con la puta literatura, con perdón de los escritores presentes. Y con respecto a La marca del milagro, mi idea es desarrollar un poco al tuntún esa afinidad estética de la que hablaba antes y explicar por qué me parece una novela que hay que leer. Saldar, de paso, mi vieja deuda con Damián. Y si es posible convencer a la gente para que lea la novela.
DOS:
La marca del milagro (Tamarisco, 2007) es una novela coral, un coro extravagante y desquiciado donde cada miembro canta lo que puede y como puede y donde sin embargo todos juntos logran articular una misma armonía salvadora. Porque la salvación es el tema de esta novela: salvación a través de negocios turbios, batacazos políticos, epopeyas futboleras, seudo-revelaciones místicas, salvarse como sea de una realidad dura y miserable y mientras tanto delirar o directamente enloquecer, en todo caso envolverse siempre en las fantasías más desopilantes, colorinches, ensordecedoras.
TRES:
Otro delirio, ahora mío, que me pongo en sociólogo y digo: una novela sobre la convertibilidad. El sueño colectivo más masivo y popular del fin del siglo veinte en la Argentina, más masivo y popular, sin dudas, que la revolución socialista en los 70. Porque aunque la fecha de edición diga 2007, La marca del milagro transcurre y fue escrita durante la segunda mitad de la década de los noventa. Terrasa se hunde hasta el cogote en la década del noventa y la novela termina justo antes de la crisis del dos mil uno, para ser exacto un segundo antes. Una novela sobre la salvación pero también sobre el chantaje, el oportunismo, el crimen. Teniendo en cuenta que en la literatura de hoy está de moda la década del 70 (con algunos exponentes destacables y otros no tanto), proyectando, entonces para el 2028 o 29 La marca del milagro va a ser de lectura obligatoria para el que quiera desentrañar ese misterio oscuro pero lleno de música y alegría que fue la década menemista.
CUATRO:
En La marca del milagro el lector va a encontrar a una psicótica que ve un marido en cada hombre que se cruza, a un travesti DT de Nueva Chicago y a otro travesti candidato a presidente de la república, a un bailantero niño santo supuestamente muerto en la ruta y a la madre del santo, la que fraguó la muerte de su hijo y ahora se hace rica con el merchandising de Nicolasito Armonía Salvadora. A un camionero brasilero devenido en revelación del Nacional B y a otro camionero, también brasilero, amante de la mencionada madre del santo y flamante empresario del fraude. A Augusto, ex Nicolasito, pendejo metalero rehén de su madre y su padrastro y el verdadero creador de la cumbia milagrosa. A un fanático de Nueva Chicago y a su novia, fanática de Instituto de Córdoba, justo cuando esos equipos se juegan el ida y vuelta por el ascenso a primera. A un psiquiatra que se aprovecha carnalmente de sus pacientes, a un chamán evasor del IVA pero con excelentes promociones y a un barrabrava veterano de mil batallas llamado Tripa Gorda. Entre otros.
Damian Terrasa agarra estereotipos y los tritura y después vuelve a armarlos para, de la misma forma que el osezno padrastro de Nicolasito con la pelusa de su ombligo, convertirlos en piezas del más absurdo y refinado arte. Lo más cercano a La conjura de los necios que se escribió en la Argentina, aunque en este caso Ignatius Reilly, desatado pero equitativo en su mirada puntillosa y afilada, sea el propio Damián Terrasa.
Y eso es todo... pero una última cosa:
Dos pacoquis homenajeados por otros dos pacoquis. Ahora mismo puedo ver pacoquis y ex pacoquis desperdigados por toda la tribuna. El pacoquismo es el dengue, la enfermedad endémica de la nueva narrativa argentina. Le cabe a cualquiera. Repito: a cualquiera. Así nos va. Pero igual estoy seguro de una cosa: si allá en Madrid Damián se enterase de que existen los pacoquis, se cagaría de risa y no gastaría una moneda en ocultar la marca de esa infamia.
Ahora sí:
Lean La marca del milagro
Una novela extraordinaria y lo más divertido que van a leer en mucho tiempo.
Gracias.
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