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El
Interpretador aborda en su nuevo número el omnipresente tema del trabajo (la pegaron con la elección del tema, me gusta mucho más que el tema anterior, el
río... fuera de que yo tenga una pequeña
participación en este y no en el otro y por ende -¿por ende?- mi opinión sea demasiado subjetiva, pero, ¿a quién no le interesa más como tema ensayístico/narrativo/poético el trabajo que el río? En fin, sí, a Juanele -ponele-, pero a mí la verdad me aburren esos poemas largos sobre el río). Anyway, lo que te venía diciendo es que posta posta este número es adictivo: yo empecé con el entretenido texto de
Strafacce, un laborioso article de
Alfón sobre la construcción de un relato
sólido, la estimulante
encuesta a escritores sobre el trabajo y el oficio y seguí con el cuento de
Bruzzone, un inédito y, como suele pasar con los relatos de este muchacho, es un golazo de media cancha, un largo sombrerito al arquero/lector. Y bueno, ¿viste?, es así, hay que aceptar las
owns limitations, como dice un amigo, uno no tiene el power y la magia de Bruzzone, pero al menos es nombrado en su nuevo relato (y como es un caballero, no te hace quedar mal). Quién sabe, quizás termine siendo el strafacce de bruzzone, contaré sus días pileteros, y, bueno, el resto. O, out of the interpretator, seré el strafacce de
Volquer, otro habilidoso que la sigue descosiendo a machetazos. En fin, a leer y a trabajar. Y muchas gracias a la gente de
El Interpretador. Feliz primavera.