Neurosis digital o autismo positivista
sábado, 12 de enero de 2008
La bolsa o la vida
Salimos de un bar en Devoto, algo borrachos. No está el auto, dice Vanoli. Lo buscamos, por las dudas, pero no está. Antiflash, pienso, o pensamos. El trabavolantes nunca fue un gran obstáculo (por suerte tenía seguro). El guardia de la cuadra dice que no vio nada. Qué hijos de puta, repite. Y antes: a ese de la camioneta 4x4 le chiflé porque es el hijo del comisario, dice. Shalom se muestra bastante tranquilo, por suerte. Sospechamos que el guardia -gordito zaparrastroso con cara de bonachón- tiene algún tipo de arreglo. Vamos a la comisaría en taxi. El chofer del peugeot 504 dice que es zona liberada, que el otro día fue a hacer no sé qué denuncia y había ocho personas denunciando robos de autos. Ocho, repite. El agente, cuando hacemos la denuncia, nos dice sí, roban muchos autos por acá. Vanoli me pregunta la hora, porque en un rato se va a Brasil. Yo pienso: chau, Shalom-móvil, chau, tantas noches juntos. Caminamos para Nazca y Mosconi y por un momento nos lamentamos más por todos los libros que teníamos en el asiento de atrás que por el gran Duna: 1 Cheever, 1 Palanhiuk, 2 Casas, 1 Mairal, 1 Tabarovsky y 1 Incardona. Bueno, igual casi todos eran robados. Al menos los chorros quizás se copan y leen un poco de buena literatura. Quién sabe. Con el de Casas o con Palahniuk o con Incardona quizás se enganchan. Una vez me quise robar un Mairal, pero era una librería de usados en Corrientes y el viejito me dio pena. Nunca fui bueno para esas cosas. Demasiado superyo. Creo que era el mismo libro que se llevaron hoy. Quizás lo robaron por los libros (y por los repuestos del Duna, sí, también, pero todo suma). Quizás eran chorros fans de la literatura joven y/o moderna. Volvemos en el ochenta. Viaje un toque agrio, pero mañana será otra noche. Fija que no deben haber robado otro auto con tantos libros -buenos- en el asiento trasero. Y quizás haya sido el primer Incardona robado. Pero por suerte habrá más, eso seguro.
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4 comentarios:
El hecho de que los libros hayan sido robados los vuelve más entrañables. Ojalá esos hijos de puta los lean, pero igual en un par de días me doy una vuelta por el parque rivadavia...
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No, viejo. Una cagada. Les mando un abrazo.
Lamento tener que leer este post.Y sí, es sabido que a la hora de la verdad el trabavolantes sólo sirve para metértelo en el culo. En mi bodega pre-nuclear me sobra una antología de cheever, que puedo ceder inmediatamente para ir remediando algo. Abrazos para todos.
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