Del blogger analógico al clientelismo según Merklen.
(...)
–¿Y el clientelismo no es un problema?
–Que grupos políticos del Estado se sirvan de los recursos a disposición para controlar la voluntad política de la gente es un hecho evidente cuando hay sectores de pobreza masivos. No son cuestionables las teorías que piensan el clientelismo desde esta perspectiva. Pero el clientelismo es un concepto que fue pensado para los mundos rurales donde el patrón de una estancia se presentaba en una elección y decía que su voto valía por el de sus 200 campesinos. Hay una carga de este fenómeno que es excesiva trasladada a la Argentina, porque en los barrios populares hay un mundo de competencia política entre los partidos y grupos políticos que se da en un espacio público verdaderamente abierto. El margen de decisión política de cada ciudadano es muy importante: los habitantes de los barrios pobres de Buenos Aires se encuentran solos en el cuarto oscuro para votar. No quiere decir que el clientelismo no exista ni que sea ineficaz en todos los casos. Pero aquello que llamamos clientelismo es una forma de negociación compleja donde incluso los más pobres tienen mucho más poder de lo que se cree y son más ciudadanos de lo que uno podría admitir si lo piensa a través del fenómeno clientelar.
–En la provincia de Buenos Aires la competencia política es acaparada por el peronismo...
–Es cierto, pero no quita que la competencia sea feroz. Aquí hay otro problema que merece ser pensado: ¿qué pasa con la oferta política? ¿Por qué el peronismo tiene un lugar tan importante? Creo que una posible respuesta es que el peronismo tiene una tradición política con más capacidades para entender este tipo de relaciones entre el Estado y los ciudadanos. Dentro del juego clientelar, varios dirigentes peronistas tratan con más cuidado y respeto a sus “clientes”. Con pocos recursos literarios, Duhalde dijo que el 2001 enseñó que con la gente no se jode. Esto significa que no hay una manipulación total. El clientelismo también tiene que ver con los derechos, el honor, el respeto, con una cantidad de dimensiones de la vida política que también están en juego en las capas más pobres de la sociedad. No se puede pensar el clientelismo tal cual como es descripto en la literatura, porque se caería en una visión compasiva (la pobre gente que es manipulada) o despreciativa (la gente vota por los que otros deciden). Algunos dirigentes sociales con mucho poder en los barrios se lanzan a la batalla electoral y no obtienen votos. Por ejemplo, en el caso de Luis D’Elía, la gente no autorizó que su autoridad política se trasladara de un dominio al otro. Y esto requiere perspicacia, inteligencia y un análisis fino de la política.
El resto de la entrevista acá.
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