Neurosis digital o autismo positivista

jueves, 1 de mayo de 2008

Calvario teenager



Ya no quedan, dijimos

deptos baratos en Neuquén

desde donde ver la tierra

flotando sobre la barda

así que nos quedó

este andar a la zaga del viento

contra la tristeza que no halló aún

su mejor nombre, si para qué

si al final una escritura es nada

y la vida naufraga

en amargas especulaciones

entre amigos muertos

romances difusos

y fiestas sin códigos.


Nos dijeron que acunábamos un mito

las promesas del mañana

y una mierda.


Me pregunto qué haremos

cuándo bajen la persiana

dónde vamos a huir

cuando se incendien los pozos

y en este lugar

no quede más que el agua

arrasada.


Como si el cuento

terminara tan pronto

esperemos ocho, diez

años más y vas a ver cómo

aparece otra riqueza

que perpetuará el estar afuera

mientras el oro de los pobres

seguirá animando festivales

pero no en esta casa, no ya

lejos de las luces y maneras del centro

en la afectación blanquecina

de la droga y el dinero.


¿Desde cuándo

empecé a hablar de esto?


No soy yo

ni la tuberculosis

que vivimos el calvario teenager

a los diecisiete

con menos miedo a las bofetadas

que al destino inexistente

Santa Biblia, castración

marihuana y MTV

unos años hermosos

pajaritos en la cabeza

deberían haber cantado más tiempo

pero la voz se doblega, poco a poco

en el dialecto de la literatura correcta

en la quinta de los bienpensantes

a ver quién porta el carnet

del club de las grandes promesas

con toda esa policía interior

de razzias cotidianas y conveniencias.

(Alfredo Jaramillo, Grunge, Ed. Funesiana, 2008).