Neurosis digital o autismo positivista
martes, 5 de febrero de 2008
Livin' in DT
Lo mejor de Don Torcuato (además de la maestría culinaria de AS, y muchas otras cosas que no vienen al caso) son las visitas esporádicas de Felo. Nosotros perdiendo el tiempo, conversando sobre bueyes perdidos, jugando a duelo nuestros egos en eternos partidos de ping pongo o truco o ajedrez, debatiéndonos con las neurosis propias e internalizadas para poder escribir algunas pocas horas, bañándonos desnudos en la pileta (a la noche, cuando llega la penumbra, somos chicos pudorosos) y Felo que llega en algún momento de la tarde, antes de empezar su recorrido piletero, o entre pileta y pileta, el pelo duro por el cloro, sandalias acuáticas, remera agujereada por el ácido muriático (algún verano fui su asistente: buenas charlas esas, lo mejor del trabajo, también, además del ejercicio físico, y estar cerca del agua, y meterme a la pileta a la que me meto ahora después de comer, pero hace unos años después de limpiar quince piletas, el cuerpo molido, gran recompensa líquida); Felo llega y sale el tema de la novela que está escribiendo al amanecer, antes de su recorrido piletero. ¿De qué trata? Habla de travestis, de hijos de desaparecidos, de departamentos frente a la Esma, de cowboys misóginos, de mujeres perdidas en bariloche y de chicos enamorados. Un western de travestis. Un thriller coreano-aireano. Suena demasiado bien y me hace avergonzar de mi constante falta de trama (tanto consumo de productos culturales para qué). Podríamos intercambiar: él dice que tiene demasiado trama, y a mí me falta.
BM's: desconectar el celular; no saber qué día es; ver todo verde; zambullirse; primero sólo ojotas, después solo pies.
Por supuesto, nadie tiene ganas de volver.
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