Neurosis digital o autismo positivista

miércoles, 27 de abril de 2011

Tabaco, twitter y abstinencia



Hace unos días fuimos a The Oldest. Lindo bar, cerveza tirada. Pero en un momento mi novia fue al baño y me quedé solo, en esa gran pecera que es la parte de fumadores (que es casi todo el bar fuera de la barra y la entrada) y me sentí un poco estafado en esa salón londinense donde en todas las mesas se agitaban las manos para encender o apagar cigarrillos. Pitada, cerveza, pitada, aburrimiento o abstinencia o no sé qué pero no me gusta. Cerveza, pitada, cerveza, pitada. Maní. Comment. Pitada. Chequeo de celular. Cerveza. Pitada. Etcétera. La cuenta. Una espiral maníaca bastante insana para el humano y en especial para los no fumadores (en general adictos a otras cosas pero no a la cocaína, al alcohol y al tabaco, los tres venenos blancos; pero no nos olvidemos de los tres venenos blancos según los nutricionistas: el azúcar, la sal y la harina).

Cada tanto le agarra alguna pequeña crisis al ex fumador y siente por unos minutos unas irrefrenables ganas de fumar, pero por suerte se mantiene estoico, como máximo sublima su momento de debilidad con un big mac o alfajor y todo pasa. Pero ahora la abstinencia también es de redes sociales. Primero fue Facebook, después el tabaco y ahora twitter. Dejar el tabaco o FB o twitter es como que se muera tu perro o cortar con tu novia o que un amigo al que tenías gratis en el celular se vaya a vivir a otro continente. Pensás que es un buen momento para sacar a pasear a tu perro, o para salir con tu novia, o para conversar con tu amigo, recordás que esa acción es imposible y sentís un momento de tristeza. Pero después recordás por qué cortaron con tu novia o con FB o con twitter y te sentís mejor. No nos unía el amor o la amistad sino el miedo a la soledad y al silencio. Hace unos días recordaba cuando pasaba varios días por semana frente a la computadora, desde que me levantaba hasta que me acostaba (con algunas paradas técnicas en el baño y en la cocina).

Ahora la vida sigue estando llena de problemas y preocupaciones pero ya no creemos que no podremos soportarlo sin un encendedor y esos cilindros blancos y marrones con veneno para ratas. Ahora es todo igual pero con algunos problemas -molestias, gastos y dolores- menos. Y no toser, qué lindo. Ya no robamos secas en fiestas o en reuniones con fumadores ni fumamos a escondidas de nuestras parejas ni somos evangelistas anti tabaco. Cada tanto nos atragantamos con algo (a veces puede ser un hueso de pollo o un pedazo demasiado grande de tomate pero en general es saliva)y recuerdo esa larga década infame de tabaco, mocos y tos (¿querés agrandar tu combo por cinco cigarrillos por día a migraña, tumor y asma?). Adivinen cuál es la población etárea donde el consumo de redes sociales y tabaco es más alto. La adolescencia -esa época donde podías fumar y chatear todo el día porque igual ibas a vivir para siempre- para algunos se extiende y para otros parece terminar (la paternidad, los trabajos de oficina, las expensas, las hipotecas, la muerte de tu mascota, quién sabe). O tal vez ese túnel que hay entre la adolescencia y la adultez ahora nos dé menos miedo. Ahora vamos a preparar café y olvidar las hiteras redes sociales. Porque esas cosas que parecían tan necesarias para acompañar un café (un cigarrillo, un twit, chequear mi perfil de Face, cuatro cucharadas de azúcar) por suerte ya no lo son. Tal vez tenga que ver con el delay de la adultez en los jóvenes de sectores medios y altos. Dame un refill de drogas y banda ancha hasta los treinta. O hasta los treinta y cinco. O hasta los cuarenta. En el colegio secundario o en el CBC debería haber una materia que se llame Management del tiempo y el deseo. Nos hubiese venido bien a varios. Algunas leyes públicas y personales se procesan con delay pero llegan.

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