Anoche fuiste Deneb dando giros
en el centro de la pista y ahora
no sos más que una supernova
un tanto apagada, entre el amanecer
podrido de más allá de la ventanilla
del colectivo.
Seguramente, durante la madrugada,
fuiste un objeto recurrente
para manos un tanto tercas,
con ideas fijas.
Ahora que el rouge se corre
y da un aspecto mañanero y desprolijo,
pensás en los besos zarpados que recibiste
y un poco sonreís para adentro.
Tal vez no lo sepas pero la intoxicación
con alcohol de anoche te subirá
a la cabeza más tarde, cuando despiertes
y al tiempo de orinar en el baño, vayas
armando el rompecabezas de las escenas
de la noche anterior.
Finalmente vas a sacarte las medias
y después el pantalón, pero antes
de acostarte, vas a recordar algo, entonces
vas a ir semidesnuda en puntas de pies
hasta la cocina para tomar un vaso de agua.
(en La Prefabricada, Julián Bejarano, Colección Chapita, Buenos Aires, noviembre del 2008).
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