Neurosis digital o autismo positivista
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jueves, 19 de julio de 2007

Otra noche con Los Mudos

Primero lee Rozenblit un texto demasiado largo (con una explicación inicial del texto, improvisada, también demasiado larga). Después la cosa mejora: Masako Itoh hace stand up sobre cómo es ser hija de japoneses en Argentina. Muy gracioso y mucho timming. Contundente. Después cierra Pandolfini: grosso, uno a seguir. Un relato (cap de una novela) con muchos personajes, desde un Nietzche que habla en paraguayo, hasta el niño milagroso que al agarrar las manos de Perón es tomado por su espíritu y empieza a hablar de justicia social , etc.
Gran performance la de Pandolfelli, además de con un texto muy imaginativo y punk, alto nivel actoral haciendo todos los personajes, desde la reencarnación paraguaya de Nietzche, pasando por el cantante de cumbia misógino, hasta el General Perón (que al final dice: ah, les manda saludos Rucci!). Y en el medio, entre esa resistencia de abajo, ese grupo de locos miserables que tratan de pelear contra los poderes hegemónicos mientras toman fernet, el complot de vibraphone que creó un nuevo dispositivo, un chip que te metés en el orto, se conecta con tu cerebro y hablás desde ahí. Pero es una trampa y ya la mitad de la población de Buenos Aires se ha vuelto zombies y hay que salvarlos. En fin, un fabuloso viaje de ácido por el conurbano (¿la novela que quisiéramos escribir muchos?). No sé si era un chiste, pero míster Pandolfelli (30) dijo que la novela salía por Sudamericana y los cuentos por editorial funesiana. Con Funes comentamos lo paradójico de que alguien que se define como músico (Pandolfelli) haya hecho la mejor lectura de los últimos tiempos (o de las mejores de todas).
Después la gente se fue yendo, llegó la novia de Pandolfelli a decirle que se quería ir, él tuvo la gentileza de presentarme a su linda novia y dijo... te presento a Matías Lahe... no, estaba al lado mío pero yo no soy... ah, no... no, bueno. Pero después si fui Lahe, porque me había dejado su número para el sorteo, que en este caso son frases ("por culpa de Linne Telerman volvió a la merca", había escrito), pero como se fue, gané yo. Lo malo es que justo que gano algo -que además no estaba predestinada para mí-, me gané el disco de Clapton, pero bueno, algo es algo.

Después siguieron saliendo las cervezas (pagué algunas), aparecieron Luciérnagaa con su amiga Bárbara (chicas de Artes), apareció Carina (Chabat), apareció Rodríguez (Carne argentina), dijo que vayamos a la próxima lectura de Carne argentina que va a estar buena, que Carne está hace cinco años, antes que Alejandría, yo, con la impunidad idiota que da el alcohol, me propuse para leer en Carne pero Rodríguez dijo que primero vaya como espectador (me pareció bastante correcto así que no dije más nada, salvo eso, 'correcto'). Apareció algo de fumar. Chabat quiso convencer a Levin de que tenía mucho para dar y de que abra un taller de escritura (suerte que no lo convenció). Dijo que Laiseca la sentó en su primer clase con una Isenbeck tibia y le dijo hasta que no la terminás no te vas. Lo malo, agregó, es que no se acuerda los nombres ni las caras.

Levine dijo que él al menos se acordaba de las caras. Le pregunté, ya que estaba, que le parecía la revista de Raymond, Pipi Cucú. Dijo que le encantaba, pero que nunca la había leído. Luciernagaa habló de su proyecto de lecturas de dramaturgia joven. Hablamos de la alta novela de Urman que saca Tamarisco y la presentan este miércoles en Casa Brandon. Chabat contó que estaba cosiendo a mano su primer libro de poesía y le dije que al menos iba a ser la mejor costurera entre las poetas jóvenes, pero (chica rápida e inteligente) se defendió con un par de reveses que me dejó sentado en el piso (cosas que pasan). Me quedé sin aire, lo miré al Coco, y pedí el cambio. Rodríguez (que en un punto de la noche se transformó en una mezcla de Dolina y Timothy Leary) trató de interpretar la mirada oscura de Luciernagaa, conversamos sobre el espíritu único que aún mantiene Almagro, sobre lecturas, y nos fuimos a casa, tomé un taxi con Rodríguez hacia la zona norte, me bajé en Villa Urquiza aportando mis miserables dos pesos (!) + un cigarrillo y me fumé el último que me quedaba antes de dormirme, pensando en lo que había aprendido esa noche (no llegué a nada claro con ese pensamiento, pero algo retumbaba en mi interior, además, al menos, sabía que la había pasado bien).

martes, 10 de julio de 2007

Los Asesinos timidos cumplió año y medio y organizó una lectura para festejar

"LA NARRATIVA SEGÚN LOS ASESINOS


O


ESAS DELICIOSAS TARDECITAS EN EL GERIÁTRICO"








"Si por las noches no hay un poco de agite, me aburro."
(La Gran Hebe U parafraseando a su maestro Syd Vicious).

A riesgo de sonar pretencioso, dedico este adolescente post a:
"Al espíritu punk que todos llevamos dentro".
(Yo, recordando los consejos de mamá psicóloga: cuando critiques, tratá de ser constructivo, sino para qué).

"Y al colega y referente Juan José Burzi, editor de Los Asesinos timidos, y organizador de las míticas y pioneras noches literarias de Alejandría en el bar Bartolomeo."


La semana pasada: le comento a un amigo periodista que voy a Alejandría: uh, no sé cómo hacen esos muchachos para que eso sea tan aburrido, me dice. A mí me parece que está bien, le digo, tampoco hay muchos lugares para escuchar literatura fresca, ¿no?

Hoy (martes 10/7/07):
Llego al Gato Negro. Lindo Lugar, no conocía arriba. Primera impresión: mala. Se supone que es el aniversario -año y medio- de una revista de literatura joven o algo así, independiente, dirigida y escrita por gente jóven, y una gran parte del público es gente geronta (promedio 70). Bueno, nevermind. Siempre hubo muchos familiares. Junto al escenario encuentro a Funes que conversa con Ale Raymond (no lo conocía, lo deduje después cuando me dijo que se llamaba Alejandro Raymond). Me siento. Estamos medio escondidos y el mozo no viene. Mejor, ahorro. Compro el último número (el 8) de la revista: buen precio (3$). Hay una nota sobre Rapado, de Rejtman, suena interesante. Llega Aíta (lo deduzco cuando Funes grita Aíta, y después se abrazan efusivamente: es increíble la cantidad de gente que conoce este muchacho).




















Primero lee un cuentito una vieja a la que no se le entiende el nombre (y nadie la conoce, al menos en la mesa). Patético y soporífero (bueno, ahora viene lo mejor, pienso: Funes y Chitarroni). Funes lee un cuento de su libro Papel, elegido por Burzi (El caso Peralta). Todo lo que escuché de Funes me gustó, pero este no tanto, al final en la cárcel se pone interesante pero demasiado largo, demorado y remanido todo el affaire erótico-sentimental con la morocha. Igual, al lado de la vieja, le doy el Cervantes. Burzi anuncia que Chitarroni está engripado (bué). Hay un breve 'intermezzo' de cinco minutos. Comentamos los textos y no sé cómo, siempre yo tan poco autorreferente, nos ponemos a hablar de En Celo, de la Joven Guardia, de Parisi (Funes está leyendo Delivery y le gusta), de PZK, y de los cuentos del libro que están buenos.


Vuelve el show: Burzi presenta a Hebe Uhart, a su lado (yo le pongo fichas pero Funes aclara que no es, lo que se dice, histriónica).


Empieza a hablar de que llevó diez cuentos a la editorial pero le aceptaron sólo cinco y le dieron consignas para los otros cinco, que le parece simpático (suena a tarea para el hogar, dice): "una reunión de consorcio, una fiesta, aunque no puedo escribir fiestas, demasiados personajes, dice (vamos mal), y un extranjero en Bs. As., entonces escribí sobre lo que me parece más raro, un alemán (!). Y el cuento se llama Stefan en Bs. As." (soporífero, parece escrito por un chico de ocho años (con la excusa de que es un extranjero que no sabe hablar castellano).



Y para colmo hay chistes, o cosas que le parecen graciosas, donde Hebe detiene la lectura, se ríe bastante (sola), y sigue. Creo que una vez se ríe un viejito que está en primera fila. Funes lanza una vez una carcajada y Burzi sonríe cada vez que Hebe se ríe como si fuese una viejita loca en medio del bosque del hospicio. The rest is silence. Por fin el cuento termina. Burzi, curioso como todo escritor o entrevistador o host, empieza a hacerle preguntas. Y con cada pregunta (todas demasiado bien intencionadas y amplias), Terry Schiavo se demora una pequeña eternidad.

Habla de que le encantan los paraguayos y el guaraní, de que quiere escribir sobre una fiesta paraguaya, pero no las del Abasto que son peligrosas, sino una cena show, con gente bien, pero de Paraguay, acá. Etcétera. Estoy aburrido y me pongo a escribir en la última página de Los asesinos... anoto boludeces estilo lo de Terry Schiavo, o títulos para un post, 'Burzi, Funes y las fabulosas chicas que escaparon del geriátrico', Funes me pregunta qué hago, le comento el título que pensé para mi post y dice que estoy adicto al blog (puede ser). Después pienso en estos dos referentes, estos dos grandes operadores o socializadores de la nueva literatura porteña o argenta (ponele). Funes y Burzi (son amigos... bueno, quién no es amigo de Funes?). Aunque también podríamos pensarlos como paradigmas opuestos: Funes vs. Burzi, o Shrek vs. Bambi. Hace un tiempo hablábamos con Funes y Prats de Bolaño y del realismo visceralista, de su grupo de poesía en el DF con espíritu anarco-punk y de su plan de secuestrar a Carlos Fuentes, que después es comentado en la monumental Los detectives salvajes (Funes, ya viejito, se lo encuentra a Belano o a su amigo Ulises Lima en una plaza del DF: perdone, joven, ¿usted fue uno de los que quiso secuestrarme hace treinta años? Sí, puede ser.







¿A quién secuestraríamos?, decíamos una noche con Prats y Funes y algunas cervezas de más. A Sábato. A Kohan. A Aguinis. Ahora tengo dos nuevos candidatos: A Hebe! A Burzi! Si Bolaño estaba hoy en la sala armado con un caño y demasiado duro de merca, podría haber llegado a pegarle un tiro en las piernas a alguno de los que habitaban el escenario. No sé qué es la nueva literatura ni la literatura que vale (que lo explique el gran Incardona, que se dedica a la crítica y tiene una revista-blog llamada El Interpretador), sólo siento que lo que hace Funes con sus mudos, y con su Quinteto de la muerte (Oyola, Molina, Levin y Romero) se siente vivo, fresco, intenso (es perfectible, pero al menos está vivo), se parece más a lo que me gusta, a Carver, a Salinger, a Iggy Pop y a Los Ramones, y lo de Burzi (dicen que una noche potente, la mejor según Budassi, fue la de Leónidas Lamborghini, Wapner, Levin y Vanoli, que justo me perdí, lástima, un poco de juventus), pero esto, al menos lo de esta noche, si bien está bueno porque está hecho a pulmón y se lee literatura, y se socializa, en grandísima parte gracias a Burzi, sin embargo, tiene como cierto sabor a rancio, cierto soundtrack a Vivaldi, y con toda la capacidad de autogestión y de iniciativa que tienen creo que podrían hacer cosas más estimulantes, más orgánicas, más coherentes, más atractivas para los 'pares' o, al menos, ya que eso es lo que es, lo que somos, más jóvenes (aún con el sólido Rivera, que se refiere a sus ochenta como 'su segunda juventud'), pero, ¿por qué no dejar de lado a las Hebes o a los "muchachos clásicos" (como los de la noche Rivera) que escriben como si tuviesen cincuenta años, con esa seguridad pretenciosa y falta de humor? Esos muchachos de pura certeza en sus textos xenófobos y misóginos, que ni siquiera son políticamente incorrectos -como Cucurto, Oyola, Urman o Vanoli, for example- porque para eso hay que tener ironía, esos muchachos K son peor que Hebe, que al menos tiene humor, bastante falto de timming, pero bueno, es una chica de principios de siglo, tampoco le pidamos a Sábato o a China Zorrilla que se prenda a un picadito o que se arme un porrito, ¿no?