Neurosis digital o autismo positivista

martes, 31 de marzo de 2009

Hoy: Manifiesto



HOY, pipis. Imperdible.

20: 15hs.

CICLO
MANIFIESTO
El tercer martes de cada mes.
ULTRA, San Martín 678. Entrada Gratis.

EDICION ESPECIAL Martes 31 de marzo:
Alberto Fuguet - Pablo Ramos - Marcelo Ezquiaga



Intelectuales y artistas ponen en escena sus manifiestos estéticos, políticos y existenciales. Los invitados tendrán la libertad de confeccionar textos en los que manifiesten sus creencias o desarrollar una performance artística en la que sienten las bases de su producción. De este modo tomarán una posición frente al mundo, frente a la realidad, frente al arte.

Coordinan: Diego Erlan / Hernán Vanoli
Manifiestan:

Martes 31 de Marzo “Manifiesto Especial”: Alberto Fuguet, Pablo Ramos y Marcelo Ezquiaga (música).

lunes, 30 de marzo de 2009

Go, Tiger!

De la mano del fútbol, los libros y los amigos, empiezo a acomodarme. La vida en las grandes ciudades no es tan terrible. Sólo hay que evitar los congestionamientos, andar mucho en bicicleta y cada tanto escaparse al Tigre. Un muelle, un perro-marlboro, chicas tomando cerveza Corona con limón y algunos amigos. Despedida de soltera de una. Todo parece perfecto. Pero ellas son mayores y más independientes, nosotros demasiado lacanianos. Hablo demasiado. Soy el chill out de la verborragia. A una, la más agresiva, le pregunto: disculpá, ¿vos sos lesbiana? No. La que se casa comenta que una vez, hace unos años, fue a un hotel con un pibe y cuando vio su diminuto miembro le dijo: disculpá, ¿con eso vas a cogerme? Llevame a casa. Largo debate de género. Otra: compra regalos para la novia de su padre. Le lleva hebillitas. Cuando la ve recuerda que está haciendo quimioterapia y por ende está pelada. Mi error y el de un amigo es analizar desde el psicoanálisis algunas obviedades sin importancia (en una cancha muy hostil a las interpretaciones vienesas/francesas/villafreudianas). En fin, pero tomamos gin Beefeater con tónica y mucho hielo. Desnudos en el río. Las chicas ya se fueron hace rato, pero no importa.

viernes, 27 de marzo de 2009

Las primeras críticas al Bafici

Siempre fui medio incondicional. Pero este año empezamos con el pie izquierdo (y cada vez somos menos zurdos). Entiendo que haya menos presupuesto, pero, poner una sección llamada Backficito (para los más pequeños) con películas ya editadas y medio chotas, vaya y pase, pero poner una sección (¿quién es el ocurrente?) llamada Backfici, que parece consistir simplemente en ir al DVD club de la esquina y traer películas (con la excusa de que alguna vez estuvieron en el Bafici) es una idiotez. En especial porque 'programaron' Holy Smoke, de Campion, y Rushmore, de Anderson, simpáticas películas norteamericanas que se consiguen en cualquier videoclub. Entonces ayer quería ver algo, debutar, y salgo de la facultad, voy al Atlas Santa Fé, y dan una comedia adolescente distribuida por Sony (el gigante hegemónico), del muchacho que hizo Raising Victor Vargas, y en el Santa Fe 2 dan Holy Smoke (Harvey Keitel es grosso y Kate Winslet gordita y budista está buena pero tampoco es para tanto). En fin, y no indaguemos en por qué mierda el Malba y el cine 25 de mayo de Urquiza (el que me queda cerca, ya que soy un muchacho de barrio) dan una película por día. Es decir, si la película es una mierda o ya la viste toda la programación del 'día' en ese cine es una cagada. Las cosas, como siempre, podrían hacerse un poco mejor. En fin, me voy al Tigre y váyanse a la concha de la lora.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Bafici III: Strange circus


Bernades desde Página pone un poco de orden en el caos baficiano.

Mañana la película que más promete es, sí, coreana.



La que más recomiendo -mi número puesto- es una que dan alguna de estas medianoches. Dura cuatro horas y es de Sono Sion. Lo único que sé de este japonés es que hizo Suicide Club en el 2002 (colegialas niponas se suicidan en masa), que pasó por algún Bafici pero no la vi y Strange Circus. Esa peli la vi hace unos años, una medianoche de sábado, creo.



La vi con Vanoli, el conejo Bialakowsky y mi ex novia. En Vanoli supongo que operó como influencia en al menos uno de sus oníricos relatos. Mientras bajábamos las escaleras mecánicas del Abasto comentamos la película. Mi ex no dijo nada porque había salido llorando de la sala y no podía hablar. Nos despedimos en la esquina de Gallo y Corrientes y con mi ex caminamos hasta Larrea. Hacía frío. Tomamos el 41 hacia mi casa. Llegamos. Miré el reloj: había pasado una hora desde que salimos del cine y mi novia no había dejado de llorar durante todo el camino.

Pd: ¿Tarde aburrida? ¿Te quedó alguna duda acerca de que los japoneses son grossos pero están re locos? ¿Dije que Suicide club era sobre colegialas que se suicidan?
Mirá lo que es el trailer. Mezclá Lynch, Cronemberg, J-horror movies, manga, psicosis nipona y agarrate bien a la butaca.

martes, 24 de marzo de 2009

Sad guys...: otra mirada de la crisis financiera



Fred was ashamed that Bill outranked him. “Someday I’ll be 2210. Then I’ll show him,” he often thought.

ah, sí, sí. el humor, el humor.

Bafici 09 II: recomendaciones nocturnas + el gran Bansky



Esperemos que este festival -y las elecciones al final del laberinto- nos deparen mucho espíritu Bansky y poca mierda de basuritas pro-hollywoodenses (los replicantes de los replicantes).



Otra, creer en las secciones:

La de medianoche suele ser buena, un poco más arriesgada, más freakie y divertida que las solemnidades europeas y del resto del mundo (ya estamos grandes para tanto drama inocuo, franceses).

Esto estaba en Taringa.

NOCTURNA

-Chelsea on the Rocks, de Abel Ferrara (2008, 88', EE.UU.). En lo que podría considerarse una continuación lógica a la realización de Go Go Tales, película que llevó a Abel Ferrara a una suerte de exilio italiano, el documental Chelsea on the Rocks nos presenta una meditación en torno a la devaluación de la libertad creativa en la Norteamérica del capital. Más que como un lugar físico, el Chelsea Hotel, un territorio plagado de presencias espectrales, es filmado por Ferrara como el último estandarte espiritual del Nueva York libre, desprejuiciado, incorrecto y contra-cultural. Que la película termine adquiriendo la forma de una elegía crepuscular lo dice todo acerca de la mirada entre crítica y cómplice del gran Ferrara (Vista en el Festival de Cannes 08) -MANUEL YÁÑEZ MURILLO

-Know Your Mushrooms, de Ron Mann (2008, 74', Canadá). Después de sus documentales sobre los cómics, el twist, la marihuana, los movimientos universitarios de los '60 y '70 o la ecología y los biocombustibles, ahora el gran cineasta canadiense se ocupa de las aplicaciones gastronómicas, medioambientales, curativas y -claro- lisérgicas de los distintos tipos de hongos. Un festival anual dedicado al tema en la ciudad de Telluride es el eje del relato, pero Mann viaja también a Alaska o la zona amazónica de Bolivia para seguir a excéntricos y queribles personajes. El uso de una animación precaria pero muy divertida, el gran trabajo con insólitos materiales de archivo y el premeditado didactismo hacen de Know Your Mushrooms una propuesta irresistible (Vista en DVD)(Batlle)

-Encarnação do Demônio, de José Mojica Marins (2008, 90', Brasil). Un delirante festival de sexo, vísceras, nihilismo, satanismo y chamanismo con el sello del veterano director brasileño, más conocido por su creación Zé do Caixão (Vista en el Festival de Venecia 08) (M. Murillo).

Otros cines es serio, no tiene fotitos y recomienda parecido a los críticos de papel.

Este blog nos dice todas las películas asiáticas que habrá (y comprueba que ellos -The Others- son superiores desde el poster).

Y este Bansky es re power. Hay que salir a la calle. Punk y laburo duro y obsesivo, no se da muchas veces, al menos desde que se separaron los muchachos de The Clash. Y qué buen sitio!



En el facebook del Bafici recomiendan la misma sección, con más síntesis:.

En la sección Nocturna se destaca Hansel and Gretel (Corea del Sur, 2007) del joven director surcoreano Phil-Sung Yim con una adaptación terrorífica de esta clásica historia; la presencia del brasileño José Mojica Marins, pionero del cine de terror latinoamericano, Love exposure de Sono Sion (Japón, 2008); Graphic sexual horror de Barbara Bell y Anna Lorentzon (Estados Unidos, 2009); y la opera prima de Nina Paley, Sita Sings the Blues (Estados Unidos, 2008).



Y otra sección a tener en cuenta puede ser
Clásicos modernos

donde el amigo fáustico -el Facebook- nos dice:

Como ya mencionamos, constituye el rescate de películas en versiones restauradas para su proyección en cine como Andrés Caicedo: Unos pocos buenos amigos del colombiano Luis Ospina (Colombia, 1986); Milestones de Richard Kramer y John Douglas (Estados Unidos, 1975);de Guy Maddin (Canadá, 1990) director conocido por el público del Festival ya que su film mudo Brand Upon the Brain! fue musicalizado en vivo en el 9º BAFICI y The Housemaid de Ki-young Kim (Corea del Sur, 1960); todas éstas verdaderas joyas de la historia del cine no vistas en nuestro país, así como El realismo socialista de Raúl Ruiz y Bayan Ko: my own country de Lino Brocka.



Este blog se tomó el laburo de googlear algunos afiches (otro indicador -más intuitivo pero no por eso menos efectivo- para elegir películas).

Por otro lado, el foco de Kelly Reichhardt dicen que es el mejor:

-River of Grass, de Kelly Reichardt (1994, 81′), EE.UU.
-Ode, de Kelly Reichardt (1999, 48′), EE.UU.
-Then a Year, de Kelly Reichardt (2001, 14′), EE.UU.
-Travis, de Kelly Reichardt (2004, 11′), EE.UU.
-Old Joy, de Kelly Reichardt (2006, 76′), EE.UU. (MR)
-Wendy and Lucy, de Kelly Reichardt (2008, 80′), EE.UU. (MR)

Y La Mamain et la putain (1973) es un golazo de Eustache (no me atrevo a decir que el resto -también está 'en foco'/hay retrospectiva- porque por algo se suicidó). La escena donde le roban la silla de ruedas a un paralítico es antológica (lo que me recuerda a un gran momento de Curb your enthusiasm, donde Larry David se pelea desde su auto con un paralítico que trata de cruzar el estacionamiento).

Estas son las salas del Bafici 09:

SALAS DEL 11º BAFICI

-HOYTS: Av. Corrientes 3247
-ATLAS SANTA FE: Av. Santa Fe 2015
-TEATRO GRAL. SAN MARTIN-SALa LUGONES: Corrientes 1530 Piso 10º (son un poco ortivas los empleados públicos que atienden pero la sala nunca se llena; contras: en general dan cosas para viejos, quizás porque en esas butacas envejeces más rápido).
-ALIANZA FRANCESA: Av. Córdoba 946
-MALBA: Av. Figueroa Alcorta 3415
-TEATRO 25 DE MAYO: Av. Triunvirato 4436
-ARTEPLEX DUPLEX CABALLITO: Rivadavia 5050


Info oficial: 0-800-333-7848 – www.festivales.gob.ar

8$ adultos 'normales'; 6$ estudiantes y jubilators.

Funciones de prensa -las matutinas, tal vez haya que madrugar algún día- gratuitas para estudiantes. Como dijo un amigo, si perdiste la credencial o libreta universitaria, la tarjeta Isic o algo así es un buen recurso. La vianda y la botellita de agua o el termo con mate, dado lo costoso que está todo, también puede ser una good option.

P.d.: Radiohead, el estrábico Yorke, la organización local y la concha de tu hermana!
Una muestra -el precio: 300$- de que son demasiado palermitanos. Vayamos a ver a Perrodiablo y a los cines periféricos, donde hay más rock y menos caretaje.

lunes, 23 de marzo de 2009

Una lista de películas en la oscuridad informativa del Bafici 09



Cuesta informarse fuera de 'las recomendadas' por los chicos con gustos raros de El Amante o que hacen crítica en los principales diarios, pero confiamos en que por algo son o han sido programadores del festival (Trerotola, Battle, Porta Fouz, etc.).

Lugares de acceso: el Hoyts es una mierda snob con salitas chiquitas y lleno de caretaje. Vayamos al cine santa fe o al 25 de julio en Urquiza o a algún otro. Es menos quilombo palermitano y las salas son bien grandes, como en los viejos tiempos (lo que implica que casi siempre vas a conseguir entradas). Un último tip: si es coreana, es buena (y si es de un país cerca de Corea, fuera de la China continental, también). Si es yanki, salvo que sea 'pre-estreno', hay chances de que sea una película realmente independiente, lo que puede ser una experiencia interesante o al menos simpática (ya que lo que acá llamamos independiente, en los barrios bohemios de Los Ángeles se especifica como 'con espíritu independiente', un eufemismo para decir tiene plata pero se hace el hippie). Otro prejuicio (sino qué tenemos?), si el director tiene menos de cincuenta años, la peli va a ser más dinámica y va a tener más recepción en tu cuerpo (si no sos un cuerpo en putrefacción o tenés cáncer terminal, en ese caso te va a encantar la última de Aristarain, Subiela, o algún otro cineasta argento que es más joven que Woody Allen pero por desgracia se toma más en serio).


Atisbos en el Bafici 09 (a dos días del despegue):


Four Nights with Anna (Jerzy Skolimowski)

Achiles and the Tortoise (Takeshi Kitano: es mainstream, pero no sé si estrena porque es una película de Beat "recuperada")

La nana (Sebastián Silva: ganó en Sundance, y, según los críticos de El Amante, es cabeza de proa del potente nuevo cine chileno).

Boogie (Radu Muntean: los críticos dicen que el cine rumano pega... más si lo mezclás con paco)

Wendy and Lucy (Kelly Reichardt: la efectividad del cine norteamericano indie, un poco más indie que de costumbre)

Beeswax (Andrew Bujalski)

L´intrus y 35 rhums (Claire Denis: cine francés con alta influencia de Ferrara: garpa)

Filmefobia

Um amor de perdiçao

Holland

Tiempos malos

Hooked

Daytime Drinking

Gasolina

René

Food INC.

Stones (corto)



Pizza en Auschwitz (Moshe Zimmerman)

Sita Sings The Blues (Nina Paley)

German + Rain de (Satoko Yokohama: te extrañamos, Japón!)

Rip! A Remix Manifesto (Brett Taylor)

16memorias (Camilo Botero: Colombia también existe)

Mamachas en el Ring (Betty Park)

Um lugar ao sol (Gabriel Mascaro)

Sell Out! (Yeo Joon Han: cine coreano, o Hollywood para adultos)

Mellodrama (Dianna Dilworth)

viernes, 20 de marzo de 2009

Y si la monotonía del momento era tan sólo aparente se debía a que yo era consciente de que precisamente en el espacio doméstico, en el hogar, es donde el viajero empedernido se juega realmente la vida, la capacidad o la incapacidad de amar y construir, de tener y dar felicidad, de crecer con valentía o agazaparse en el miedo.
(Vila-Matas, Dietario voluble).


Discusión con madre. Llamo a un amigo. A dos. Mis amigos, mi patria. Mi familia, mi cárcel. Mamá pone rejas y alarma. Dice que no implica apoyar las marchas contra la inseguridad. Lo entiendo, seguimos siendo de centro izquierda. Vuelvo a fumar. Poco. El crecimiento es latente. Un amigo -el que me instó a dejar- me dice: si no estás preparado, no estás preparado. No sufras. Nadie quiere sufrir. La gente en la ciudad está más ocupada, y más neurótica, y más a la defensiva. Pelea con hermana. Reconciliación. Lo malo de las peleas es la cantidad de tiempo y energía que te demanda. Me carcome la culpa. El orgullo es un muro. Por suerte mi hermana lo atraviesa y mañana tomaremos mates. Seguidilla de personas cercanas que se pelean con sus parejas. El verano es duro. Demasiado tiempo libre. Preparo un asado. Mi hermana dice que volví alterado del viaje. Trato de no ponerme a la defensiva. Voy al río a andar en bici. Trato de no perder demasiado rápido la calidad de vida ganada afuera. Frenar la contraofensiva de la neurosis. La derecha es neurosis. Paranoia. Inseguridad ontológica. Encierro. Salgamos afuera. Wake up slow and stay together. Se viene el primer fin de semana en la ciudad. Necesito enamorarme. Ser autosuficiente. La vida pasa mientras estás concentrado en todos tus errores y los errores de los demás. Lo que falta y lo que hay. Enamorarse quizás sea concentrarse en lo que hay. Valorar a quien tenés enfrente. Dejar de ser tan malditamente puntilloso. No es la palabra pero por algo viene. Pivoteo entre la dejadez, la indiferencia emotiva y la exigencia intelectual-estética. Soy uno más. Estamos todos demasiado concentrados por ser perfectos. Bueno, todos. Yo. Los otros no sé. Algunos, tal vez. Por lo pronto trataré de ser buen anfitrión, expresar cosas envolventes, ser menos eyectivo, gastar menos palabras. Como diría un amigo, tengo que animarme a pasar un período de estrechez.

lunes, 16 de marzo de 2009

Back in BA!



Llego a Buenos Aires. Update con madre. Entraron a casa ladrones y no robaron casi nada, salvo el monitor. Maldita sea. Estaba enamorado de ese venerado bicho plano. Supongo que es como con las mujeres. Recurramos al consolador 'el próximo será mejor'. Pasaremos de LG a Samsung o Sony. Pero la evolución implica algunos días de abstinencia. Voy a la comisaría, hago denuncias, la policía dice que un tipo estaba por casarse, entraron a su casa y le robaron toda su ropa escocesa. Y a la mujer su ex la había dejado esperando en el civil. Recibo un mensaje. "Casi no pude dormir. Por favor borrá todo lo que refiera a drogas sobre mí o mis amigos. De inmediato. Gracias!" Borro nombres. Lo malo de que mi línea paterna sea nazi y la materna judía es que alterno todo el tiempo entre el sadismo y la culpa. No es la primera vez que me dedico a borrarlos ni que me dicen algo así. 'Al menos cambiá los nombres', me dijeron varios. Ando en bici. Pienso en ir a correr pero en un rato tengo fútbol. Y los últimos meses estuve fumando y haciendo poca actividad física. Compro agenda. Evalúo tamaño, color, precio, comodidad, diagramación del día y la semana. Laicismo. Claridad. Simple y agradable y rápida de usar. Compro dos: una azul italiana para el escritorio y una de bolsillo para ir al puto Centro. Hablo por teléfono. No encuentro a mi hermana. La llamo, me llama, la llamo. No uso el celular porque no tengo crédito y la tarjeta que compré me recomendaron no usarla. El kioskero amigo me dijo que después de las doce hay promoción. Descuento del 50%. Horarios que se superponen. Tres actividades en la facultad y dos a la misma hora. Tránsito. Mujeres lindas que me miran, las miro, se van. Suele pasar. Amigos que no están o están hiperocupados. Necesito a mis amigos. Al menos a los buenos. Los que me hacen bien. Los que tienen una combinación de lucidez, afinidad y valoración positiva de las cosas (y de mí) que me ayuda a avanzar. A sobrevivir. Hablo con un amigo que habla de enfermedades raras. Furia y síntomas potentes y extraños que se cronifican en la gran ciudad. Necesito a mis amigas y a mi hermana. Presencia femenina joven. Me encuentro con mi amigo médico en la calle y me cuenta que tomo otro trabajo sumado al de su guardia. Es decir que verlo es casi imposible, salvo el sábado. Maldito workaholic. Comenta que otro amigo está en Europa con su novia madrileña. Se van a Porto unos días. Mejor. Es un amigo demasiado demandante. Mi habitación es un caos. Cosas sucias, libros inútiles en gran cantidad. Me cuesta desprenderme de las cosas. Necesito plata. El banco cerró. Voy al cajero. No recuerdo los códigos y contraseñas de las tarjetas y cosas que no usé durante todo el verano. Tardo un rato. Le pego por instinto. El cajero automático me cobra 15 pesos. Hijo de puta. La ciudad repele. No recordaba que mi celular era tan feo. Lástima que no me lo robaron. Fuera del ajetreo de recuperar los números, hubiese sido una buena oportunidad para volver a Nokia. En la comisaría digo que también me robaron un Nokia 1100. Simple, ascético. Motorola es una mierda total. Como el Explorer. Como los días pesados en la ciudad. Arrancaron una reja del patio. ¿Cuánto tiempo estuvieron trabajando? Me cuesta pensar que menos de una hora. Podría haber sido peor. Vivo en Buenos Aires. Mañana tengo que ir al Centro. Podría ser peor. Necesito alcohol. Y/o actividad física. Madre saca un cigarrillo de esos de señora de zona norte, un Virginia Slim. Le pido uno. Me mira mal. Vuelve a guardarlos. Tomemos mate, dice, y sigo cebando. Vos me tentás, le digo. Volver a ver a madre es como volver a encontrarme con mi primera ex. La tensión empieza a subir. La ebullición llega en un rato. A la distancia pensás va a estar todo bien, al menos por unos días. Un rato. Pero voy a volver a dejar(te). Tabaco. Madre. Porno. Efectos de la ansiedad urbana: apegarse a objetos fálicos infantiles disfrazados de sensualidad onanista y madura. Debo dejarlos & don't look back, como decía una remera en algún lado. Make your move, decía otra. Necesito buscar nuevas remeras, roomates, horizontes, consumos. Basta de madre y cigarrillos de nicotina y alquitrán. En mis buenos días soy bastante fuerte. Necesito dejar lo malo, lo que me mantiene atado al pasado, a los tics adolescentes. Tal vez pueda. Si la ciudad y la neurosis y el edipo me dejan.

jueves, 12 de marzo de 2009

Oruro




Fiebre de pollo y Warcraft en Bolivia. Mucho colegio y universidad privada. O al menos usan uniforme. Eso de la educación laica queda para Buenos Aires, La Plata, Rosario y Cochabamba (y algunos lugares más, claro, pero no Colombia ni Ecuador ni Perú, donde cunden el catecismo hasta en el ciclo universitario).

Empiezo a viajar con un ecuatoriano y un colombiano. Una noche se suma un peruano y dos brasileros. Vamos a cenar en Copacabana y parecemos una reunión under del Mercosur. Como soy casi el único que conozco el lugar, por un rato soy el guía-negociador de precios. Tiene labia el argentino, comentan. Voy con Joao, el brasilero de Porto Alegre a mirar habitaciones. Le pregunto por la señora que lo acompaña (él tiene veintipico y ella como sesenta). ¿Es tu madre? No, es mi mujer, estamos casados hace nueve años. Ah, suerte que no se lo pregunté a ella (casi). Zuleika tiene cincuenta y cinco años, es una rubia gordita con mucho carisma y dice que no se arrepiente de nada. Joao tiene veintinueve y es gracioso. Es un lindo grupo. Al otro día vamos a La Paz. Cocinamos pastas en el hostal El carretero, converso con otro ex rugbier y con una pareja que iba a mi secundario. Los de otros países se van a dormir y nosotros nos quedamos en un cuarto recordando personajes de Capusotto y Alberti. Al alba empezamos a bostezar y cada uno a dormir a su habitación. Al día siguiente nos separamos. Muchos suben, otros se van para Oriente (Santa Cruz) y yo bajo. Oruro y su limpito tren es un bluff. Llego un día antes y no hay pasaje. Paseo por el mercado. Hago shopping boliviano. O mi regateo se oxidó estando más cerca del caribe o ya estoy cansado. Muchas veces nos atascamos.

A la noche voy en micro a Ulluni porque a Villazón ya no hay nada directo. Por suerte me compré un reproductor musical que trae nueva música. Sí, welcome to the ipod world. Esperemos que dure. Un gasto innecesario pero algunas oportunidades usadas -colombianos desesperados por llegar a Buenos Aires que te venden un buen aparato de apple a buen precio- no se presentan todos los días.

El colombiano es tatuador, bogotense y tiene todo su brazo izquierdo tatuado. Cerca del hombro, en el clásico lugar del marinero, una fecha y una guarda. 22 de febrero de 1990. ¿Qué eso? ¿Tu cumpleaños? No, el día que asesinaron a mi mamá. Era sindicalista. Ah.

lunes, 9 de marzo de 2009

Lima, again



No encuentro vuelos low cost para volver por aire. Lima es como Bogotá o Cali pero sin la alegría caribeña-brasilera. La limeña es como la caleña pero sin siliconas. Salgo a tomar unas cervezas con un escocés y el indio Apu. Tomamos una cerveza en un bar lleno de prostitutas. Apu conoce a todos los que trabajan en el lugar y está obsesionado con encajarnos la promo: chica + cuarto por cien soles. Le comento al escocés que lo que no me gusta de estos lugares -y de la prostitución- es la cara de aburrimiento de esa chica: una linda limeña que baila con un gordo desagradable. Ok, nadie disfrutaría de ese momento, pero al menos ponele acting, el problema es que ese gesto de desagrado se les graba en la cara y después lo sufrís vos, que tratás de ser día a día un poco más agradable.

Life is life, baby.

El escocés vive en un pueblito cercano a Glasgow, es ingeniero eléctrico o algo así e instala calefacciones en colegios y baños. Por momentos le entiendo, por momentos tiene ese jodido acento cerrado tan similar al irlandés. ¿What? Bla bla bla. What? Bla bla bla. Me doy por vencido. Ok, digo, y sonrío, como los bolivianos que no entienden nada de nuestro acento y dicen sí, sí a cualquier cosa.

No pienso gastar cien soles o pesos en quince minutos de indiferencia desnuda. El bar parece lleno de extras, todas actrices de reparto esperando para entrar al stage.
Aburrimiento y tristeza. Shalinder, el indio, está insoportable, pero me despierta cierta solidaridad así que le convido cerveza y tabaco. Fumo algunos cigarrillos por noche. Y de pronto también de día. Maldita sea. Prometo dejar en BA con la compulsiva técnica de las mentitas. Y algo de running. Confío en poder. Confío en sufrir. Aguantar. Extraño la sonrisa renovada de mamá, la ducha a metros de mi cuarto que es vieja pero no me da patadas cuando levanto los brazos, como estas precarias duchas eléctricas. Juanita, la administradora del hostel, se va a vivir a New York. Le propongo conversar en inglés. Practicar. Nivel básico. Peor que el indio amigo de Apu (realmente son muy parecidos a Apu y su amigo). En la terraza, antes de que llegue el escocés, me convidan un vino blanco mendocino barato y ron con agua. Apu pone una canción india en su celular y conversan en indio. Me siento en una película extraña. Trato de participar en la charla pero es difícil. Sin embargo entiendo el tema, no sé cómo. Alcohol y dinero. El amigo necesita un préstamo para comprar más ron, recibe plata en tres días. Con el escocés me siento en una película de Boyle, alguna de Loach o Sheridan. Las primeras, siempre las mejores. Le comento a James, the scottish, que Boyle siguió el típico camino del cineasta talentoso: un principio potente con Tumba al ras de la tierra y Trainspotting, y después en Hollywood se fue a la mierda. Como Wenders y Tikwer y Salles y Weir después de The Truman show. ¿Qué sale juntándolos a ustedes dos?, les pregunto a Apu y al escocés. Slumdog Millionaire! El indio no entiende nada y al escocés creo que no le gusta el chiste. Salimos a buscar un bar normal. El problema de Lima, digo, es que nunca sabés cuando una chica es prostituta y cuándo es una chica 'normal'. Entiendo que es un trabajo, pero quiero un poco más de humanidad. Necesito tiempo. Necesito amor, como decía Klaus Kinski. El escocés quiere otra cerveza. Una linda morocha con acento español nos invita a un bar. Entramos y está vacío. Los domingos la gente descansa, es universal. Le pregunto de dónde es. Barcelona. ¿Y qué hace una catalana acá? Me enamoré. Suele pasar, digo, los europeos que se quedan a vivir en este continente se enamoran de alguna persona o de alguna ciudad. Como los indios que viven hace meses en este hostel de Lima. El escocés no lo entiende. Mucha gente vive en hoteles, digo. Como el profesor de surf que tiene un cuarto propio acá con una tele de cuarenta pulgadas y cama king size. Quizás sea más barato que un hotel. O más lindo. A la noche me quedo en el pasillo del hostel leyendo una novela de Vonnegut en inglés. No entiendo demasiado pero estoy obsesionado con mejorar mi inglés. Extraño que me entiendan un poco más que acá. Y el humor de amigos intelectuales, y los chistes de mis amigos cuando dejan de ser intelectuales. El non sense y el cinismo porteño. El olor a semén de mi computadora. El fantasma de Oliver, mi perro muerto, que aún ronda por la casa. La escueta sonrisa de mi padre. La seguridad ontológica-bacterial que encuentro en mi inodoro. Mi edipo. El sexo. Mi cuadra. El miedo que me genera el oscuro marido de la hija del dealer muerto de la cuadra. El supermercado chino de la otra cuadra y las discusiones ininteligibles que salen y entran del teléfono inalámbrico mientras la lectora de precios hace su reglamentario ruidito. El jamón más barato que tenga el boliviano de la fiambrería que está al fondo del supermercado chino y un Fargo que no esté muy vencido y mayonesa si es posible Hellmann's y una película en verano. Y una chica que no moleste demasiado pero que cada tanto se porte mal. Leer en mi baño, aislado del mundo. Un irlandés ronca y le tiro una almohada. Sorry, le digo. Es alto, temo que se enoje. Do you want that I throw you back?, me dice. Ok, thanks. Me la devuelve. Amable el irish. Al rato ronca el viejo limeño al que a la tarde le gané una partida de ajedrez y después empatamos. Con el empate me quedo contento, me dijo. Simpático. Después perdí en una plaza contra un limeño que jugaba por dos soles. Tarde o temprano perdés el invicto. Como no tengo ángulo para tirarle almohadas al viejo (él está en la marinera de al lado pero abajo, y yo arriba), le muevo la cama marinera, como si fuese un bebé que llora en medio de la noche. Vuelve a roncar. Lo hamaco más fuerte y por fin reina el silencio. Al otro día robo yogur de la heladera y vuelvo a probar la leche evaporada: una delicia, es como leche cremosa premium. Pero viene en envase chico, claro, es como un litro concentrado en un cuarto. Almuerzo ceviche y pescado a lo macho (otra vez el machismo, también en el arte culinario) y el fantasma de la salmonella recorre mi estómago. Pregunto obsesivamente si el pescado y los mariscos son frescos. Sí, el pescado llega los lunes y martes. Digo, lunes y jueves. ¿Esa duda es honesta o descubre la mentira? Después de comer me siento pesado y con algo de jaqueca. Fumo. Termino mis Hamilton (un paquete de cinco cigarrillos). Tomo fuerzas escuchando Life is life en el blog de un amigo. Transpiro mi nueva remera turquesa 100& cotton. ¿O es rosa oscuro? No sé cuál es el problema con tener una remera rosa, de última. Además tiene letras negras, dice Los muertos y live fast, die young, Los Angeles, Ca, un lugar común que le da cierta virilidad. Mi remera es un buen soundtrack para las últimas páginas de Less than zero. Mi contacto con Buenos Aires es el mail, el puto facebook y algunos blogs. La vida continua sin mí. Mami y mi ex psicólogo tenían razón, no soy el centro del mundo. Viajar en avión en trayectos cortos es de burgueses con panza y maletín o de europeos caretas. I'm going back home, mamma. Me voy al barrio La Victoria a buscar un bus a Cuzco o La paz en la Cooperativa Flores.

sábado, 7 de marzo de 2009

El fotogénico Viperino, después de una semana en Cali



Probar carne fuera de Argentina es comer tiritas de bife angosto que dejaron al sol en medio del desierto durante una temporada. Alguien encuentra los pedazos resecos, sin sangre ni grasa, puro nervio la carne y el traficante, que los revende a un restaurante chévere. El dueño del restaurante piensa unos minutos mientras fuma un Baltimore o un Lark's y le da un papelito al pinche para que lo escriba en el pizarrón de la entrada con su mejor letra: Carne argentina en promoción.

Llego a mi hostal preferido de Lima: Friend's home. Milton, el simpático negrito encargado de la atención los fines de semana, me regala mi sobrenombre con una sonrisa: ¡Milkhouse!

Dejo la sucia mochila y voy a la terraza. Tirado en un sillón, el simpático indio. ¡Apu! Lo veo más flaco y deprimido. ¿Lo habrá dejado su novia limeña? Me dice que no, que todo sigue igual, bien. En la cocina me sorprende ver a una pareja de mediana edad tomando cerveza de litro. ¿Hay cerveza de litro acá? Milton: sí, argentino, ¿no te acuerdas de todos los margaritos que tomaste? Los países se me confunden. Creí que margaritos (chela de litro) sólo había en Argentina. Acá prima el porrón.

El taxista con dientes de oro me recuerda a Gato negro, gato blanco. Conversamos. Me deja en el aeropuerto, donde compruebo que no es tan fácil como pensaba conseguir un vuelto de última hora. Bueno, si logro relajarme (relajarse, qué utopía: veintisiete años de neurosis heredada que le retransmitiré a mi dulce progenie: ¿tener hijos o cultivar marihuana?, he ahí el dilema universal), puedo llegar a disfrutar el sábado limeño.

jueves, 5 de marzo de 2009

En la frontera: al otro lado del río



Estoy por irme hacia abajo, hacia el sur, empezando a volver, pero no quiero pasar por Quito (miedo a la pasta base, y al cordobés psicótico del Hotel Sucre que me manda mails esquizofrénicos: ¿por dónde andás?). Johann el suizo va para Chilcán porque se lo recomendó el tío (que vive en el eje cafetero colombiano, exporta café a suiza, en capsulas, porque allá sólo toman café express, y en capsulas) y como creo que es hacia el sur lo acompaño.

Después de cuatro horas de andar en bus por las montañas llegamos. En la mitad, en el páramo (similar a lo que describe Rulfo), hace un frío terrible. 4200 metros sobre el nivel del mar, nubes o niebla, roca, yuyo y piñas (ananás). Parece una tierra lunar extraterrestre: el planeta de las piñas. Cientos y cientos de piñas hasta el horizonte, hasta el cielo, hasta los picos de las montañas. Héctor, el improvisado guía que conocemos allá, dirá: yo cultivaba piñas hasta que todos empezaron a cultivar piñas y ya no fue negocio; un día estaba al costado de la ruta para venderlas hasta que llega mi comprador y me dice: la piña se abarató, sólo te puedo dar cinco centavos por cada una, me dijo, y eran piñas así, enormes, así que me dije no, dejo las piñas, y empecé con esto de las orquídeas. Pero antes del ladrón de orquídeas (Adaptation, Jonze, 2002, guión del gran Kaufman) y su orquideario-museo, llegamos a Chilcán. Ya estoy atemorizado por estar cerca de la frontera y de la selva: Chilcán es un pueblito de 400 personas rodeado de niebla, montañas pre-tropicales o pre-selváticas, con un aire a Coroico pero con el fantasma de las Farc al otro lado del río. Y además los medios de comunicación no llegan, salvo Televisión Caracol, colombiana, y Radio Caracol, ídem, que transmiten todos los días noticias anti-guerrilla. Al mejor estilo hollywood de penetración ideológica, a las once, después de la exitosa tira 'Tito, el argentino', dan Sobreviví a las Farc, que es la odisea de un tipo en la selva durante tres meses, el único sobreviviente, según la voz en off, de un contingente de doscientas personas. Veo un cartel en la placita principal: Chilcán limita con la parroquia Maldonado hacia el oeste, con la parroquia San Juan hacia el este, con Ibarra hacia el sur y hacia el norte con... Colombia. Qué extraño. Cuando pregunté si el pueblo era peligroso -antes de subir al bus- me dijeron que no, que peligroso era nada más cerca de la frontera. Conversamos con Johan. A un amigo de mi tío, me dice, lo secuestraron las Farc durante un año. ¿Y? ¿Cómo la pasó? Duro, bajó cincuenta kilos. Bueno, quizás le vino bien. Sí, era gordou. ¿Ves? Ahora debe estar más sexy (secuestro: segunda fuente de financiamiento de las Farc: venga a la selva y disminuya en un 50% su masa corporal, aprenda técnicas militares, interactúe con los indígenas, siéntase un guerrillero revolucionario y todo totalmente gratis, el rescate lo pagan sus familiares).

Chilca tiene dos calles, la principal y la del río (un río angosto de tres metros de ancho). Disculpe, ¿cuánto falta para la frontera?, le pregunto a la gorda malcogida del hotel Villa Real, lugar donde nos hospedamos. Ahí es Colombia, cruzando el río. Ahora entiendo porque tuvimos que mostrar dos veces las cédulas o pasaportes, y dejar todos nuestros datos en los retenes militares. Somos los únicos turistas. Después de cenar en la única fonda del lugar, caminamos las tres cuadras del pueblo. Al volver al hotel, en la esquina, vemos asomarse por una ventana a un gordo en camiseta sin mangas (el esposo de la encargada):¿ustedes están en el hotel? Sí. ¿Y qué hacen tan tarde afuera? Entren y váyanse a dormir. Son las nueve, pero acá se acuestan temprano y empiezan el día a las seis. El primer bus hacia Tulcán (el pueblo fronterizo con Colombia) pasa a las cuatro, y a veces hay uno a las tres. No hay mucho que hacer acá, mucho eco-volley en cada placita, que es un volley de tres personas por equipo, con la red más alta. Escucho golpes en mi puerta. Al suizo le gusta madrugar. Ya voy, digo. Por alguna razón estoy viajando con una especie de Jaime (el robot del Agente 86)que tiene muchos dólares y no sabe regatear, y tiene ojos claros y unos lentes Dolce & Gabanna de 500 dollars que me dificulta regatear los precios (Johann: en Navidad, en suiza, me emborraché tanto que perdí mis anteriores anteojos de 700 dólares; pensaba venir de visita un mes a Colombia y creo que me quedaré hasta el verano, julio). Estoy por decirle dejame hablar a mí (let me deal with the sellers) pero para qué, no va a cambiar demasiado. Salgo a la calle y lo veo de sport. Dice que lo único que hay para hacer acá, según su tío (que es un loco de la guerra de 60 años casado con una negra de 28, y que cuando vino a Chical cruzó el río y se volvió por el monte hasta la ciudad donde vive), es caminar quince kilómetros hasta la ruta. Bueno, ¿no se te ocurrió algún mejor modo de tratar de cruzarnos con las Farc? Caminar quince mil metros bordeando la frontera-río parece el mejor. Pero al final caminamos y no pasa nada. Llegamos a otro pueblito donde nos encontramos a Héctor, que nos convida plátanos, nos muestra su finca con flores exóticas, orquídeas (el suizo tenía orquídeas en su cuarto pero a su madre no les gustaba el olor, hablan de especies, yo lo único que sé es que en mi país titularon dos películas con esa palabra: El ladrón de orquídeas y Orquídea salvaje). Héctor nos invita a un galpón donde el hermano y sus peones (3,50 dólares el jornal/5 dólares máximo) fabrican panela. El suizo saca muchas fotos. Le digo que tiene buen ojo, que podría colgarlas en un blog o flickr, pero dice que no quiere mantener más cosas, con el mail y el facebook tiene suficiente. Los morochos obreros del monte tiran las cañas en una máquina trituradora que extrae el jugo, después cinco grandes calderas calentadas con leña, y después en moldes para ser vendidos en las ciudades. Nos convidan panela y jugo de caña. En la finca vemos diversas frutas, flores, a la boa que tiene no la encontramos (por suerte), nos muestra una planta de coca y los cultivos camuflados que hay al otro lado del río. En Ecuador ellos se preocupan porque la gente de la comunidad no cultive coca, porque eso trae todos los problemas, pero del otro lado del río sí cultivan. Héctor dice que sus hermanos eran campeones interparroquiales de Eco-volley. Yo comento que jugaba en el colegio (cada tanto algo tengo que decir, ya que no sé nada de orquídeas). Sus hijos viven juntos en un departamento grande y orgiástico de Quito (15 la hija, 17 y 18 los hijos: qué bien deben pasarla) y nos muestra una cabaña hermosa que le vendió a una italiana trabajadora social que se casó con un ecuatoriano psicólogo. Ocho mil dólares por un campito y la asombrosa cabaña (con madera de cedro, pino y limoneros). Al suizo se le abren los ojos como dos huevos fritos de cartoon. Yo digo: barato. Sí, ¿no?, dice Héctor, igual como mis hijos al principio se oponían, les estoy construyendo una a ellos. Además, se las vendí a cambio de que hagan trabajo social para la comunidad y me quedé con un cuarto. Nos muestra fotos: la italiana es una rubiecita muy linda y el psicólogo, bueno, un negro feo que será muy sensible, amable e inteligente. Tienen una hijita, una mesa de ping pong, una parrilla, una pequeña biblioteca semi-pública con algún libro de Borges y Hernández y ahora están en Quito. Como en la escuela de enfrente no los dejan participar, hacen talleres los sábados para adolescentes de bachillerato que vienen de diferentes pueblos. Un rato después Héctor tiene que hacer algo en la comisaría y nos deja con su vecino (casado con la hermana gemela de su mujer), que es el maestro del pueblo. El maestro nos lleva a la cascada, que se llama el sueño del duende vago. Antes había que pasar por la cascada para ir a la escuela, y algunos alumnos que no habían hecho la tarea se quedaban a dormir ahí. Cuando el profesor salía a buscarlos con el cinto y los encontraba en la cascada, ellos decían que la culpa era del duende, que los había encantado y puesto a dormir. En fin, algo más interesante que nos explica el profesor es sobre la producción de cocaína al otro lado del río. Ahora con el Plan Colombia (financiado por EE.UU) están fumigando todos los campos que planten hojas de coca (y algunos otros) salvo los que están a menos de veinte kilómetros de la frontera, para no afectar a Ecuador. Esta medida vuelve a estas tierras buenos lugares para cosechar coca. Y algunos campesinos, sólo con nafta como acelerador y alguna cosa más (como el secreto de la coca cola: alguna cosa más... coca) fabrican cocaína de modo casero. Mil hojas de coca, un gramo. Media hectárea de plantas (de la peruana, que tiene hoja grande y es más rendidora que la boliviana), un kilito de merca. Las Farc vienen y se las compran (primer fuente de financiamiento de la guerrilla). Precio? Un millón trescientos mil colombianos. Lo que equivale a 600 dólares. Sesenta centavos de dólar el gramito. El problema, como siempre, es transportarla (sino ya estoy cruzando el río). Es decir, si en Suiza, por ejemplo, el gramo se vende a 70 euros, tenés una rentabilidad de 140 veces más que el costo (aprox). Y eso si no cortás, es decir doblás, por ejemplo, el 95% de pureza de la coca a la mitad. Casi nadie se dará cuenta. Johan dice que el año pasado, en Colombia, tomaba diez gramos todos los días. Le digo que creí que con eso llegabas a la sobredosis. Dice que tuvo que dejar de tomar por problemas del corazón. Dejó de mirar televisión (y le regaló a sus padres su tele de 4000 dólares), dejó el tabaco (yo volví, pero estoy volviendo a dejar), y dejó la marihuana: fumaba todos los días, todo el tiempo, desde los catorce años, y además tenía unas trescientas plantitas en el bunker de su casa, porque en Suiza toda casa tiene su bunker-sótano anti-atómico; tiene dos amigos que poseen dos mil plantas cada uno y hacen un millón de dólares al año: allá la marihuana está tratada en Holanda y es muchísimo más potente que acá, dice. A la mula que va a Europa le pagan mil dólares: sale el jueves, deja -o saca, caga- todos los kilos que tiene adentro (vía estomacal, vía anal) y regresa el lunes. Eso sí sobrevive, claro. O si no la agarran. La heroína en Europa es más barata que la coca por la cercanía de Afganistán (rico en amapolas) y la facilidad para ingresar a Europa, mucho mayor que la coca latinoamericana. Como hasta la ciudad de Tulcán, caminando, hay ocho horas, los indígenas (especies de chasquis o comerciantes, que tenían que atravesar todo el frío páramo, llevaban en el cinturón una especie de riñonera: cuero de testículos de toro donde ponían una pasta de cocaína y banana. Cuando sentían el frío o el cansancio, untaban la pasta con el dedo y se la pasaban por los dientes. En fin, Chilcán es un pueblito rodeado de nubes, una parada en el camino al purgatorio, o al cielo, y si cruzás el río quizás entrás en el infierno. El infierno está encantador, decía el Indio Solari. Pero como con el cine y la literatura en papel, el problema es de distribución o socialización, y de ambición. Lo que genera muertes es la ambición del campesino de ganar más dinero, o tal vez es una cuestión de supervivencia. ¿Y nunca vinieron las Farc acá?, le pregunto a Héctor cuando vuelve. Una vez, hace un tiempo estaban de farra, tomando aguardiente y bailando, y una mujer coronel, la tesorera, agarró la plata y se vino para acá, a Ecuador. Se quedó en uno de los pueblitos de más abajo, cerca de acá. Y los de las Farc vinieron a buscarla. Nosotros no nos metemos, ellos solos resuelven sus problemas. Si ayudamos a los militares o a la guerrilla, tenemos represalias de los otros. La tesorera debe estar en el purgatorio, supongo (los dioses no se deciden: ¿de qué lado del río debemos ponerla?). Yo, por otro lado, no la puse en ningún lado del río, pero bueno, al menos dejé de consumir tanta internet. La vida es mejor sin porno. No podría decir lo mismo del sexo, pero...
La casa de Héctor, donde nos quedamos la segunda noche por seis dólares (dormimos en las cómodas camas de los hijos), queda en Maldonado, un pueblito aún más chico (300 personas) que Chilcán, a media hora. En el living, libros de Lenin y Guevara desperdigados (se incomoda cuando le pregunto sobre sus lecturas subversivas).

Las chanchas madres y sus chanchitos están por todos lados y son muy tiernos (en el doble sentido). A la noche sopa (la extrañaré), y de segundo arroz, plátano frito y un bisteck grande pero finito y duro. En la mesa de al lado, junto a la tv, un gordo que parece duro de merca y su joven ayudante, hacen un relevamiento de las poblaciones fronterizas para el censo nacional del 2011. Conversamos un minuto sobre el Indec. Poco simpático y agresivo el gordo, efectos colaterales de la cocaína. El ayudante dice algo bajito y el gordo dice: modula, habla como hombre. Me siento interpelado (nunca fui bueno para mo-du-lar). Pido otro cuchillo porque este no sirve para este bifecito insípido. Comer carne vacuna es como quedarte varado en la mitad de los andes (o de la selva fronteriza) y tener que comerte a tu novia anoréxica: dura, llena de nervios y seca. Las gorditas son más gustosas. El gusto está en la grasa, no en esas vacas resecas, muertas en vida de comer yuyos en el páramo, que hay a los costados del camino. En fin, gracias a mis amigos VV (Vanoli-Vecino) por el post homenaje. El fantasma vuelve. Tratando de dejar de fumar eternamente, más ansioso, neurótico y tartamudo que nunca... pero con la magia intacta para el fútbol. Hoy devolví una pelota perdida, con un pase de quince metros, un necesario pique y al pecho de un niño de ocho años. Un segundo de destreza argenta. El fútbol tal vez sea como andar en bicicleta, o como el sexo (esperemos). La magia está intacta.

martes, 3 de marzo de 2009

Chical

En Ecuador se acaban las matemáticas duras para calcular cuánto salen las cosas y volvemos a los dólares. Easy. La gente es más seria y menos dada pero está bien, tampoco cambia tanto. Colombia es muy lindo y la gente también salvo por un pequeño detalle: el 98% de la población son católicos, lo que convierte al hermoso país caribeño en una nación de Flunders. Me gusta Colombia, pero extraño a Homero y a Burney.

Paso la frontera Colombia-Ecuador con un suizo muy pulcro y perfeccionista. Después del huracán caleño, supongo que ambos extrañamos esa implosión de vida, pero poco a poco nos vamos acostumbrando a nuestros habituales humores europeos-porteños. Serios y algo apesadumbrados por salir de Colombia, el humor comienza a emerger. La mochila de Johann es grande, suiza, dividida en mil compartimentos, ultra-ordenada. Yo, sucio, con una mochila sucia y desordenada, una remera que no me cambio hace tres días (necesito un laundry), soy su némesis. Estamos en un ciber en Tulcán, minutos antes de tomar un bus a Chical (su tío, que vive acá, lo recomendó) y me dice: te envíe un e-mail, en ese robótico acento europeo. Pausa. Sí, ya voy, le digo. Alternamos el inglés y el español de modo aleatorio (todos queremos practicar el idioma ajeno). Voy a tomar una cerveza, dice, te espero en la estación. Okey, dale, ya voy. El mail que me mandó hace unos minutos es este (creo que yo también necesito una cerveza). Bueno, de última, si me raptan las Farc y sobrevivo, escribo un best seller de crónicas. O una novela. En la frontera colombiana hay un poster estilo 'buscados' (wanted) y las fotos de generales y coroneles de las Farc. Algunos están tachados en birome azul o negra con una x. Desmovilizados o muertos o presos, quién sabe. Pero casi todos parecen tener cara de buenos.


Frente a Chical predominan las FARC

Chical es un pequeño poblado que está a 102 kilómetros de Tulcán. La carretera entre la capital carchense y esa parroquia permite el ingreso de ciudadanos colombianos a más de 20 comunidades del país vecino. En los sectores de Tallambí, Chica Andina, Nulpe, entre otros, frente a Chical, tiene predominio la guerrilla colombiana de las FARC. En esos sectores no existe presencia policial ni militar.

Desde hace tres años han sido identificadas en esas jurisdicciones vecinas plantaciones de coca, razón por la cual el Ejército ecuatoriano asentado en los destacamentos de Maldonado y Chical ejerce estrictos controles para evitar el ingreso de cemento, gasolina y otro tipo de precursores utilizados para el procesamiento de la coca. (VM)